Como al mar que te alcanza,
tú, tierra ajena,
salas mi lenguaje,
lo hieres con tus defensas,
lo enredas en los arrecifes
que te construyó la historia.
Sólo si me detengo,
si callo como un lago
en ti, dormido, sueño
que masco cañas, que hueles
a panela, que escurres miel
y que me endulza el brisar de tus flores.
Por eso escribo poemas.
Ricardo Antonio Landa 15 de junio de 2008