Allá por el año 2006, Mel Gibson estrenó Apocalypto, su versión personalísima de la sociedad maya y de su decadencia. Su idea, como dijera en una entrevista, era mostrar el declive de la civilización en general, a través de una sociedad precolombina, concretamente maya. Por supuesto, las críticas no se hicieron esperar, no sólo de la comunidad académica relacionada con el estudio de lo maya, sino de los mexicanos en general -en especial de aquellos bien nacionalistas- que vieron en la cinta una afrenta. En aquella época, María del Carmen Valverde Valdés, directora del Centro de Estudios Mayas de la UNAM acotaba a cuento de la película en una publicación que recojo del blog Antropología y Etnología de la ENAH que “En el tiempo que tengo como investigadora, no recuerdo ningún otro momento en el que se haya recibido en el Centro de Estudios Mayas de la UNAM tal cantidad de llamadas para pedir la opinión de especialistas sobre un tema específico; en ocasiones no nos ha dado tiempo para responder a todas las solicitudes de entrevistas para programas de radio, televisión, periódicos o revistas. De igual forma, se recibieron incontables correos electrónicos tanto de colegas nuestros -mexicanos, guatemaltecos, norteamericanos y de muchos otros países- como del público en general, la mayor parte de ellos mostrando su indignación ante la más reciente película de Mel Gibson entorno a los mayas. (…) Aún más ¿vale la pena seguir haciendo señalamientos desde la academia sobre una cinta que se enuncia como de ficción? En este sentido coincidimos esencialmente con la Dra. Elin Danien, investigadora de la Universidad de Pennsylvania quien, al ver la película, escribió con ironía: ‘Preguntarle a un mayista sobre la autenticidad de la película de Mel Gibson es como preguntarle a un paleontólogo sobre la autenticidad de los huesos de Godzilla.’ Esto es básicamente cierto, con la única salvedad de que, en el caso del paleontólogo, en efecto Godzilla es una ficción, pero en cuanto a los mayas, éstos no sólo existieron, sino más aún: existen, o más precisamente, subsisten”. En efecto, el pitorreo de Godzilla fue muy acertado, especialmente cuando vemos la enorme cantidad de inexactitudes con las que cuenta la película y el poco favor que hace el cineasta a una enorme diversidad de culturas que se integran a lo que llamamos maya por más de tres mil años. De hecho, se presumía que se hablaba maya en la película… sí, pero el maya yucateco y una versión moderna; los tzotziles, tzeltales, tojolabales, chuj, mam, k’iche’ y muchas otras lenguas mayas no podrían entender lo que ahí se decía; es decir, como suele suceder, se “estandariza” un conocimiento histórico en un producto audiovisual y se generaliza, lo que afecta y mucho. Pero se estará preguntando quien lea esto, ¿a cuento de qué viene todo este asunto de Apocalypto?
Bueno, es precisamente porque hace unos días, una compañía de videojuegos llamada Giantscraft Games lanzó el avance de un nuevo juego que está por sacar al mercado: Ecumene Aztec. La trama es muy simple: el jugador, en la piel de un “guerrero azteca” debe impedir el avance de las tropas españolas de Hernán Cortés para así detener la Conquista. En el “trailer” vemos escenas diversas donde guerreros nativos de este continente emboscan, atacan o se enfrentan con guerreros españoles y los vencen. A raíz de la presentación del video juego, se han suscitado un aluvión de reacciones diversas, lo mismo de académicos que del público en general. Sin embargo, las que se llevan las palmas son aquellas lanzadas por personas vinculadas a la ultraderecha española. De acuerdo con una nota publicada por el diario español El País, “…al otro lado del charco, están los grupos radicales que han visto con desagrado que jugadores puedan controlar a nativos de Mesoamérica y asesinen a soldados españoles. Por esta razón, distintos grupos ultraconservadores compraron el dominio de la empresa, que se encontraba sin registrar —aparentemente por un descuido—, y lo convirtieron en un espacio de desinformación que enaltece el imperialismo español, además de presentar imágenes vinculadas al fascismo y la extrema derecha”. Bueno, era de esperarse que existieran grupos conservadores, especialmente en España -pero no únicamente, también aquí en México- que criticaran el videojuego con ese ardor imperialista, pero estos personajes se volaron la barda. No solamente compraron el dominio de la compañía del video juego, sino que tal página, que lleva en la portada una cruz de Borgoña y una frase de Hernán Cortés, te redirecciona a un perfil de Instagram de ultranacionalistas españoles. En la publicación donde dan cuenta del lanzamiento del juego, escriben. “IGN anunció el trailer de un nuevo videojuego basado en la conquista de América donde interpretamos a un guerrero azteca que, con dudoso rigor histórico, masacra españoles al más puro estilo ‘Assasin’s Creed’. En contra de lo que nos indica la historia, en este título se plasma a los españoles como cuenta la poco rigurosa ‘leyenda negra’ como asesinos, saqueadores, esclavistas y genocidas despiadados…” También dan cuenta de la compra del dominio por uno de sus correligionarios y culminan con una frase que refleja claramente su sentir y la vena que está siendo atacada con el video juego: “Atentamente: El Imperio Español. Conquistando ‘dominios’ desde 1492”. Por supuesto que el video juego carece de rigor histórico en muchos aspectos, pero no en cuanto a la representación de esos conquistadores como lo que fueron: conquistadores. Dejémonos de juegos mentales. Leyenda negra o no, en América se escenificaron diversos procesos de conquista y colonización a través de los cuales se impusieron tanto la nueva religión, como el sistema económico, político, social y de pensamiento, todo distinto a lo que prevalecía en la región. ¿Hubo sangre, salvajismo y muerte propiciada por estos conquistadores y por los colonizadores después? Claro que sí y si de rigor histórico se trata, invitaría a estos hispanófilos mexicanos y a los ultraconservadores españoles, a que revisen los documentos existentes en el Archivo General de Indias o el de la Nación o el de Centroamérica donde se habla sobre abusos y todo tipo de vejaciones. Como sostiene Perla Valle al hablar sobre el castigo por “aperreamiento” en su artículo “Manuscrito del Aperreamiento. Suplicio ejecutado por medio de perros de presa contra los caciques cholultecas” publicado en 2015 en la revista del INAH Dimensión Antropológica, “Es sabido que en España era común el uso de perros amaestrados con ese fin, que también participaban en la guerra y se tienen algunas noticias de esta práctica contra la población indígena desde los primeros combates efectuados en América. Sin embargo, nunca se consideró legal como forma de ejecución dentro del orden jurídico de la época. Los ajusticiamientos de indios por medio de perros durante la conquista se conocen sólo por datos eventuales y dispersos, provenientes tanto de fuentes europeas como de documentos y códices indígenas. Después de la caída de Tenochtitlan y Tlatelolco, Hernán Cortés determinó que establecería en Coyoacán la sede temporal de su gobierno. Ahí se encarceló a personajes de diferentes jerarquías y se les aplicaron torturas terribles —como fue el caso de Cuauhtémoc—, ejecutando a los prisioneros que no accedían a las demandas del conquistador”. Algo similar encontramos en los juicios seguidos a un supuesto cuñado de Francisco de Montejo y que gozó de mucho poder en Tabasco en el siglo XVI y del que se habla de forma detallada en el libro coordinado por Mario Humberto Ruz “El Magnífico Señor Alonso López, Alcalde de Santa María de la Victoria y aperreador de Indios (Tabasco, 1541)” (2000). Quizá con el título sea suficiente, pero por si faltara, tomo un fragmento de lo que nos dice Ruz en la introducción del libro: “A decir de Fray Diego de Landa, el ‘cuñado del adelantado Montejo’, fue quien prendió durante la guerra de Bacalar ‘una moza india y bien dispuesta y gentil mujer’, a la cual, por negarse a cohabitar sexualmente con los españoles y mantener fidelidad a su esposo, arrojaron viva a los perros (Landa, op.cit.:133)”. Por cierto, cualquier semejanza con los feminicidios de hoy, no es coincidencia.
Lo que molesta a estos imperialistas tardíos, junto con muchos otros personajes de pensamiento conservador, no sólo es que se sigan representando los abusos que cometieron esos conquistadores, sino que se “ose” representar a un azteca (mexica sería más correcto) que cace y dé muerte a españoles. “¡Qué atrevimiento, qué escándalo!”, dirán estos soñadores imperiales; pero también aquellos conservadores hispanófilos que hay en nuestro país que agradecen en cualquier espacio que pueden (sea la iglesia, el aula o la fiesta familiar) la llegada de la “civilización” traída por estos finos aperreadores y responsables de masacres, como la de Cholula o la de Tenochtitlan y las que siguieron. Como dice el historiador Federico Navarrete entrevistado en la misma nota de El País al hablar de estos imperialistas cuyas posturas no son solamente conservadoras sino de plano, “retrógradas”: “No están abiertos a aceptar la información histórica y lo único que les importa es una reivindicación nacionalista. Los españoles fueron los invasores y los agresores. Es más bien un problema que tienen algunos con la verdad histórica”. Ahora, debe quedar claro en este punto, que también los desarrolladores han recibido críticas por claramente estereotipar a esos supuestos “aztecas” pues vemos en el avance que Tenochtitlan está en región selvática (¡!) y se ve oscura y decadente. Pareciera que se representa una ciudad en la zona maya, con todas las proporciones guardadas, más que una ciudad del Altiplano central. No obstante, celebro (con cautela, eso sí) la existencia de productos como estos. Espero que, una vez que salga con las modificaciones que la empresa dice que hará para que tenga más solidez histórica, pueda propiciar que más jóvenes se interesen por la historia de estos territorios. De hecho, como Carmen Valverde afirma, este “interés que quisiéramos para nuestros diplomados, congresos, cursos o cualquier otro tipo de evento académico, seguramente también lo hubieran querido las comunidades mayas de Guatemala cuando hace apenas unos años, al final de la década de los 70 y principios de los 80 eran masacradas por el ejército y pueblos enteros eran exterminados y, en esas ocasiones, los agresores no eran precisamente otros pueblos mayas sedientos de sangre. Dicho sea de paso, las únicas evidencias históricas de ‘fosas comunes’ atestadas de cadáveres de indios mayas, como la que aparece en la película (Apocalypto), proviene precisamente de la época guerra civil guatemalteca y no del periodo prehispánico”. Como se ve, tenemos mucho que aprender de Apocalypto y ahora de Ecumene Aztec: lo que no se debe hacer al divulgar la historia y, de paso, ver que mentalidades como el fascismo y el imperialismo más trasnochado, siguen peligrosamente fuertes en diversas partes del mundo. España y el fenómeno de Vox y la ultraderecha son el ejemplo claro.