“En cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad de hombre, ninguna tiranía puede dominarle”.
Mahatma Gandhi.
El domingo pasado, Andrés Manuel López Obrador planteó llevar a acabo un plan de acción en donde se incluyen acciones colectivas de desobediencia civil, forma de lucha que para los mexicanos no es algo nuevo.
Los pueblos, cuando ha sido necesario, han sabido emprender acciones colectivas donde la gente se suma de manera pacifica, y así han logrado cambios trascendentes. Un ejemplo contundente del poder del pueblo fue la liberación de la India. En esa colonia inglesa, Mahatma Gandhi planteó formas de lucha no violenta para liberarse del dominio británico. Para conquistar la independencia, Gandhi convocó a realizar huelgas, boicots, manifestaciones masivas, sabotajes, ayunos y jornadas de oración masivas; al final, la India logró, sin derramar una sola gota de sangre su independencia.
Otro ejemplo de lucha civil pacífica lo encontramos en Rosa Parks, afrodescendiente estadounidense, quien en franca desobediencia no cedió su lugar a un hombre blanco en un autobús como establecía la ley; ella, junto con Martin Luther King, dio una intensa lucha pacífica en contra de la segregación y la discriminación racial. Su estrategia fue la organización de miles de afroamericanos que participaron en marchas y boicots a los autobuses públicos por más de un año, logrando finalmente cambiar la condición de los negros en Estados Unidos.
Un ejemplo más del valor de la resistencia civil lo han dado por muchos años las “Madres de la Plaza de Mayo”, en Argentina; las ahora abuelas, en lucha pacífica y sin desmayo, han logrado identificar el destino de muchos de sus hijos y sus nietos desaparecidos en los tiempos de la dictadura militar.
La desobediencia plantea la legitimidad frente a la legalidad, la acción gubernamental pudiera ser legal pero carece de legitimidad cuando afecta a la mayoría y termina siendo una ley que no es reconocida ni acatada, como es el caso de la reforma educativa, que tiene a muchísimos maestros en franca resistencia y desobediencia; si la mayoría desobedece, la ley se hará inaplicable.
La desobediencia planteada por AMLO busca, mediante acciones masivas, pacíficas, publicas y organizadas, dar a conocer a la sociedad la traición que significa la modificación a los artículos 27 y 28 de la Constitución y evidenciar a todos los legisladores que voten a favor de esas modificaciones como traidores a la patria y lograr evitar la mutilación constitucional.
La lucha no es fácil: quienes ejercen el poder son soberbios y autoritarios, frente a ellos hay millones de mexicanos decididos a sumarse, sin dudarlo, a la desobediencia civil pacífica para rescatar la soberanía nacional.
Visite la página: regeneración.mx