Viernes, abril 26, 2024

Lo que viví en el Primer Encuentro de Mujeres que Luchan

 

“Lo que vemos, hermanas y compañeras, es que nos están matando. Y que nos matan porque somos mujeres. Como que es nuestro delito y nos ponen la sentencia de muerte. Entonces pensamos de hacer este encuentro y de invitar a todas las mujeres que luchan.”

(Palabras a nombre de las mujeres zapatistas al inicio del Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que Luchan)

Así fue como la Insurgenta Erika dio inició al encuentro conmemorativo por el Día Internacional de la Mujer en el Caracol Zapatista de Morelia. Y es que tristemente es cierto, nos están matando. En Puebla, Cholula, Tlaxcala, Ecatepec, Ciudad Juárez, Xalapa, Acapulco, Iztapalapa, y Tijuana; en Argentina, Paraguay, Estados Unidos, Brazil, Ecuador, India, Rusia, Sudáfrica y Lituania, todas estamos sufriendo por igual: por el solo hecho de ser mujeres.

En nuestro país, la cifra oficial es de 6.4 mujeres asesinadas por día, de las que en el 95% de los casos el crimen queda impune, según datos del informe de Mujeres Premio Nobel y de la Organización de Naciones Unidas en el 2013; sin embargo, organizaciones como Amnistía Internacional denuncian que el promedio de feminicidios ocurridos diariamente en realidad es ingenuo.

¿Qué pasa en aquellas comunidades que ni siquiera tienen agencias del ministerio público? Las muertes de mujeres no se registran, sucediendo lo mismo con los tantos otros casos de feminicidio como el de Lesvy Rivera Osorio, en el que sus muertes se catalogan como lamentables suicidios, hecho que revictimiza a las mujeres que de por sí ya les fue arrancada la voz.

Mural realizado por las zapatistas.Índigenas, pobres y rebeldes se denominan estas mujeres zapatistas que están enojadas y que por eso luchan, aunque “no nada más por nosotras (…) sino que por todas las mujeres que son violentadas, asesinadas, violadas, golpeadas, insultadas, despreciadas, burladas, desaparecidas, presas” de México y del mundo.

A través del portal Enlace Zapatista, las mujeres de la organización lanzaron la convocatoria internacional al encuentro exclusivo para el género, en su voz: “para hablarnos, para escucharnos, para mirarnos, para festejarnos”.

Por primera vez y de manera independiente, las zapatistas planearon la organización de las reuniones y discusiones con los colectivos, las comunidades y las regiones, hasta llegar los cinco caracoles a todos los acuerdos necesarios: “que dónde duermen, que dónde comen, que dónde se bañan, que el sonido, (…) que si se enferman, que qué les vamos a decir, que cómo les hablamos, que cómo las escuchamos y miramos”.

Un sin fin de preparativos que, aún así fueron insuficientes para este encuentro entre mundos; porque hasta ese momento ni nosotras las asistentas, ni las zapatistas mismas estaban conscientes del alcance de resonancia que su palabra tenía en el resto del continente y el planeta.

Las compañeras lograron lo que nadie, reunir a más de 10 mil mujeres de 27 estados de la República y más de 40 países del mundo: todas atendimos al llamado.

Mujeres: feministas o no; mexicanas o extranjeras; monolingües, bilingües o políglotas; académicas, estudiantes o analfabetas. Todas fuimos mujeres que compartimos durante tres días nuestros sueños, tristezas, amores, corajes, humillaciones y pesares en el espacio de reconocimiento y conexión que las zapatistas nos ofrecieron.

Exposición fotográfica "¡Qué vulvaridad!", presentada por Colectiva Histeria.
Exposición fotográfica “¡Qué vulvaridad!”, presentada por Colectiva Histeria.

Y sí que hubieron encuentros, tanto dolosos como encantadores, dentro de las más de 100 actividades que las participantas de alrededor del mundo prepararon para el evento: estaba a tu elección partidos de volleyball o básquetbol, proyecciones sobre la lucha de las mapuche por la defensa del territorio, talleres de identificación del cuerpo femenino o sobre el manejo de violencia en etapas tempranas de las relaciones, pláticas sobre la importancia de nombrarnos en femenino o las prácticas ancestrales de aborto, y otras tantas presentaciones de danza, teatro, música y cuentos que se realizaron para celebrarnos, ayudarnos y organizarnos.

De modo que una parte del encuentro estuvo encaminado hacia el empoderamiento femenino por el placer de ser mujer, y más aún por la alarmante violencia hacia la mujer que ha vuelto urgente la organización y la lucha.

“Lo que no vamos a hacer es echarle la culpa a los hombres o al sistema de los errores que son nuestros. Porque la lucha por nuestra libertad como mujeres zapatistas que somos es nuestra. No es trabajo de los hombres ni del sistema darnos nuestra libertad.”, nos advirtieron las compañeras.

Más esta lucha no es exclusivamente contra aquellos hombres machistas o misóginos que violentan o han violentado a tantas mujeres, sino para erradicar la autoreproducción de la ideología que nos ha condenado a no ser vistas como lo que somos: personas humanas.

Es cierto que se debe buscar la igualdad completa en lo económico, en lo social y en lo cultural, pero en realidad a lo que tendríamos que aspirar va más allá de esta equidad, se trata de trascender y romper con las dicotomías hombre-mujer de nuestro pasado y presente histórico para que en el futuro, nunca más una mujer sea discriminada, oprimida, disminuida, invisibilizada ni violentada por la inferiorización al género que conlleva el sistema patriarcal que repetimos.

Cómo dicen las zapatistas, “que no les pedimos que vengan a luchar por nosotras, así como tampoco vamos a ir a luchar por ustedes. Cada quien conoce su rumbo, su modo y su tiempo”. Cada una de nosotras lleva su propia lucha, lo importante es no dejarnos rendir ni caer en la tentativa indeferencia.

_dsc5847Porque por lo menos 10 mil mujeres ya “acordamos vivir, y como para nosotras vivir es luchar, pues acordamos luchar cada quien según su modo, su lugar y su tiempo”.

Luchar por la solidaridad, luchar por terminar la violencia sexual y luchar por parar la impunidad de la violencia contra la mujer. Luchar para que no haya ni una más.

Porque cuando leo o escucho que han asesinado a una mujer más, no me detengo a pensar si acaso esa mujer era feminista o no, si es que estaba a favor del aborto o del gobierno en turno, ni siquiera me pregunto si pudo haber prevenido su muerte; tan solo me doy cuenta de una cosa: nos están matando.

Unámonos en este abrazo de solidaridad, diálogo y entendimiento que sólo entre mujeres podemos darnos.

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