Precisamente en este periodo escribe Marx los últimos cuadernos de sus Grundrisse – observatorio privilegiado para seguir el desarrollo de la concepción del autor – y decide publicar su obra en fascículos, el primero de los cuales, editado en julio de 1859, lo intituló Para la crítica de la economía política. En el plano personal esta fase se caracteriza por la “lacerante miseria”: “no creo que algún otro haya escrito sobre el dinero con tanta carencia del mismo”. Marx lucha desesperadamente para que la precariedad de su propia condición no impida llevar a buen término su “Economía” y declara: “Yo debo lograr a toda costa mi intento sin permitir a la sociedad burguesa transformarme en una money-making machine”. Sin embargo, aunque se dedicó totalmente a la redacción del segundo fascículo, éste jamás aparecerá, y para la conclusión del primer libro de El Capital, el único terminado, será necesario esperar hasta 1867. La parte restante de su inmenso proyecto, contrariamente al carácter sistemático con el que se le ha constantemente caracterizado, será realizada de manera parcial y permanecerá extraordinariamente llena de manuscritos abandonados, esbozos provisorios y proyectos inconclusos.
Cada que te escribo borro con digital presteza
las cicatrices de nuestras batallas
por comer al día,
por comprarnos una película pirata
y hacernos de cuatro cervezas para destensar la tarde
y, cuando es posible, después o interrumpiendo alguna escena,
envolvernos en un abrazo tibio hasta que hierva
ante este frío desolador en el que se congelan nuestros sueños.
No es que seamos pobres.
Es una decisión antigua el desarraigarnos de bienes,
no dejar herencias -me falló la genética, bendito sea
el señor doctor que trajo al mundo a mi parentela-
y nos negamos, como Marx decía,
a ser money-making machine.
Porque no ganamos si no ganan los que sí trabajan.
Otra manera de traer a Don Tomás Flores
regenerando a sus hijos con aquél:
«Todo es de todos».
Y bueno, si de Borradores se trata,
¿por qué no borramos las lágrimas y los dolores
con un pestañeo?
¿Por qué no fantaseamos a que esto es un paraíso
(Si quieres un esbozo de paraíso)
con entrada gratuita y sin pagar la salida con esa cueriza
que el ángel de Jehová propinó a la pareja originaria?
Simplemente porque no hay paraíso ni adelante ni detrás,
Me dice desde sus cenizas El Moro: sólo la posibilidad
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de dejar de sufrir como bestias
para sufrir como hombres (¡Humanas!, corriges
mi pésima traducción o memoria;
cómo se deprecia un poema si no halla la cita correcta).
Esto se queda en un tachonado archivo provisional
que no tiene para cuando tener un amigo
rico y barbón como el Federico.
(Era el proyecto de versos a contraluz, lo pongo en la bandeja
de borradores por si acaso el trabajo asalariado,
el costo del gas y el pago de impuestos nos lo permiten…)
Ricardo Landa, Octubre 7 del 2007
Imágenes: Pintura de minero en el Museo de medicina laboral de Real del Monte; Muchacha con perro blanco, Lucien Freud; Terremoto de Pedro Meyer; Anathema de Pedro Meyer; Árbol de nube de Chema Madoz y retratos de W. Kendridge.