La sentencia de los veteranos participantes en movimientos sociales parecía fuera de la realidad, pero tuvo certeza en 2014: “Sin policías no hay violencia en las manifestaciones”. Salvo algunos vidrios rotos y un cajero bancario deteriorado, todo fue “saldo blanco”, como suelen decir los reportes policiacos.
¿A qué se debió que no hubiera presencia de uniformados? Básicamente a que el gobierno federal no quería abortar el encuentro del viernes 4 de octubre entre los estudiantes del IPN y el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y, asimismo, a que los tecolotes capitalinos se mantuvieron lejos de los protestantes, levantaron vallas en los edificios emblemáticos para que no fueran grafiteados y a que se tranquilizó a los llamados grupos anarquistas- en ocasiones son individuos que se lanzan a la provocación-, por parte de los sesentayocheros .
Raúl Álvarez resultó la figura en esta ocasión. Estuvo presente en mantas, en una efigie y al entrar a la Plaza de la Constitución una orquesta tocó “Dios nunca muere” en su honor.
Como siempre, el ingenio de los jóvenes fue lo destacado: en consignas, pintas, lemas en cartulinas y hasta una desnudista que traía mensajes en su cuerpo en contra de las reformas peñanietistas y gritaba en contra de los medios de difusión; decía, además, que podían ver sus senos al aire pero sería mejor cultivarse para transformar la realidad.
Los alumnos del Politécnico no llegaron en masa. Algunos dicen que por prevención a que no resolvieran sus reclamos luego de la marcha. Otros porque temieron provocaciones. Como sea, no se sumaron al esfuerzo colectivo. Un fotógrafo nos comentó: “Ahora los jefes no nos mandaron a tomar actos de violencia ¿por qué sería?”. Dos de octubre pacífico y combativo.
@jamelendez44