La agricultura campesina representa la capacidad colectiva de producir alimentos y proteger la biodiversidad, bajo los principios de cooperación, integración y diálogo con la naturaleza, principios que han dado lugar a sistemas agroecológicos muy complejos y a una cosmovisión propia, que debe ser respetada.
Es el sistema de producción de alimentos más sostenible que viene de la combinación del descubrimiento y revalorización de los métodos campesinos tradicionales, y de la innovación de nuevas prácticas ecológicas. La riqueza del conocimiento ancestral que hay en ella, su identidad con la tierra y el agua, sus semillas como herencia común de los pueblos al servicios de la humanidad, es digno de reconocer la gran proeza y legado de los pueblos campesinos y los pueblos originarios de México y Mesoamérica a favor de la humanidad en el proceso de domesticación de más de 100 especies comestibles, entre ellas el maíz y frijol.
El conocimiento de la agricultura campesina es holístico, ágrafo, basado en hechos y creencias de transmisión limitada y altamente flexible. En ésta, la naturaleza es una entidad viviente y sacralizada, en cada elemento de la naturaleza encarna en deidades con quienes es necesario dialogar durante la apropiación.
Las pequeñas fincas de agricultura campesina a nivel de minifundio con el uso exclusivo de la energía solar, y manejadas con el trabajo familiar o comunitario donde la cooperación y la corresponsabilidad dan cohesión a la sostenibilidad del sistema y al tejido social, es altamente autosuficiente por depender poco o nada de insumos externos, ya que muchos pueden ser producido en la misma finca, además de presentar un alto nivel de diversidad ecogeográfica, biológica, genética, productiva y de bajo costo, que la hace funcional integrando cultivos, árboles y animales.
La milpa es el sistema de cultivo múltiple mesoamericano, que se ha conservado a través de las generaciones en las regiones indígenas como el mejor modelo agroecológico, constantemente amenazado por el neoliberalismo. Es el policultivo que ofrece enormes ventajas productivas y biológicas, con un potencial para contribuir a la recuperación de los suelos y su entorno.
México es centro de origen de plantas cultivadas, por su riqueza fitogenética y banco natural de germoplasma; son razones suficientes para no admitir la siembra, experimentación, distribución, venta y consumo de semillas transgénicas por representar una amenaza de contaminación a la biodiversidad.
La actual crisis alimentaria se debe a factores como la especulación y el acaparamiento de los alimentos por parte de empresas trasnacionales. La agricultura campesina considera a los alimentos como un derecho humano y el derecho a trabajar la tierra; por ello, las raíces de la soberanía alimentaria están en la vida y la lucha de los campesinos, y los pueblos indígenas en su defensa de los recursos naturales.
Escuchar y respaldar a las comunidades indígenas y campesinas en su lucha por la defensa del maíz nativo, por la conservación de la agrobiodiversidad regional, su territorio y el modo de vida indígenacampesino, debe ser una prioridad del Estado mexicano.