El fin de semana me supo tan amargo, el machismo nos volvió a dar una cucharada de su sabor; las instituciones y medios de comunicación nos enseñaron que aún estamos muy lejos de la equidad que se busca. Culpabilizar a la víctima sigue siendo uno de los pilares de la cultura de la violación y que ha permitido la justificación, pero sobre todo la minimización de la violencia machista hacia las mujeres.
Esto sucedió porque el 4 de mayo el cuerpo sin vida de una joven mujer apareció en los jardines aledaños al Instituto de Ingeniería, en la Ciudad Universitaria, en la Ciudad de México. Lesby Berlín, de 22 años, fue estrangulada con un cable de un teléfono público. Sin embargo, la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (PGJCDMX) emitió una serie de tuits de los primeros datos de las investigaciones donde señalaban que la víctima “estaba drogada y alcoholizada”, “vivía con su novio” y “no estudiaba y debía materias” y donde lo importante no eran los hechos sino la moral o el honor de la víctima puesta en tela de juicio, como si el hecho de su vida privada fueran el motivo para quitarle la vida.
En respuesta a esto las redes sociales se incendiaron con el hashtag: #SiMeMatan para ridiculizar a la procuraduría por cómo “informan” sobre feminicidios como los de Lesby. Mujeres de todo México y parte del mundo hicimos notar nuestra rabia, ante el hecho de que no es ni nuestra forma de vestir, ni nuestra forma de comportarnos, ni mucho menos lo que estudiamos, ni donde caminamos lo que justifica el hecho de que los feminicidios existan.
El movimiento obligó al procurador capitalino, Rodolfo Ríos Garza a retirar los primeros mensajes publicados por la dependencia en redes sociales y a dar una nueva versión, pero, si pretenden que con una disculpa basta, están muy equivocados. No es un “simple” error “de comunicación”. Las filtraciones son constantes. Como lo son las fallas en la procuración de justicia. Hace días fue Lesby. Dos años atrás fueron Nadia, Mile, Yesenia y Olivia Alejandra. Y en el inter cientos de feminicidios más y parece que no hemos aprendido absolutamente nada. Seguimos produciendo narrativas en las que responsabilizamos a las víctimas de lo que les pasó. ¿Hasta cuando terminaremos siendo nosotras las responsables de que seamos asesinadas?
#SiMeMatan dirían que fue por salir tan tarde, por andar sola con mis amigas, por ser feminista y por no quedarme callada.
Sin embargo, la rabia no terminaba acá, las redes sociales cuestionaron la violencia que sufrimos las mujeres. Preguntándonos por qué los hombres no, y verán, eso que les afecta a ustedes no se le llama “violencia contra hombres” sino sólo “violencia”. Y debido a que la violencia que nos afecta a nosotras es distinta, la tenemos que nombrar de otra manera si queremos que sea visible. No es que los hombres sean violentos por naturaleza, son los espacios de poder que aún nos ponen en una relación de desigualdad, lo que, a su vez, facilita que la relación pase de la desigualdad a la violencia. No, las feministas no tenemos odio o rencor contra ustedes y no nos sabe amarga la boca porque ustedes sean hombres. Así que el feminismo no estropea sus vidas, es la concepción patriarcal de la mujer que aún tenemos la que lo ha hecho. Reflexionemos sobre esto y no permitamos que detrás de este hashtag #SiMeMatan se invisibilice otra mujer más que tiene miedo de salir a la calle y no regresar ese día, hagamos que caminar no sea cosa de valientes, sea cosa de mujeres libres.