Cartas a Gracia
“De pena ajena” Gracia; mientras que exhiben, golpean, corren –destituyen, remueven–, auditan(rán) a manolito Youshimatz, ex del Instituto Poblano del Deporte (InPoDe), tras un escándalo videogravado, que lo mismo muestra acusaciones, golpes y señalamientos por dádivas, que hace gala de ineptitud, corrupción y denuncias sobre una presunta triangulación financiera en la que habría incurrido, tú, ajena a los chismes angelopolitanos, participabas en la tercer carrera de 12 kilómetros que organizara “Adidas con el apoyo del Gobierno del Distrito Federal y el Instituto del Deporte”, a la que seguirán otras más y entre ellas una próxima de 16 kilómetros “rumbo al Maratón de la Ciudad de México”. Todo un plan de entrenamiento, que incluirá un medio maratón con un mes de anticipación al evento internacional, que no quiso instrumentar el tozudo manolito para dar realce al que debiese realizarse, en la ciudad de Puebla, en el mes de noviembre, pero que, por su incapacidad se llevó al mes de diciembre. Total que Gracia, mientras celebro tus 60 minutos, sólo 8 más que el tiempo de 52 minutos que realizó la ganadora en esta justa pedregalina, te comento que manolito se fue con todo y chivas a otra parte, expuesto de manera vergonzosa, no tendrá más cabida en la administración pública.
Tiene razón Gabino Cue Monteagudo, titular del ejecutivo en Oaxaca de Juárez, cuando señala que “Los gobiernos estatales no son los responsables del desorden en la nómina magisterial,”, de la misma manera que no lo fueron, cuando a instancias de Carlos Salinas de Gortari, de manera libre y voluntaria obligatoriamente, firmaron el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB) y Normal y los anexos técnicos, que les transfiriese recursos humanos, financieros e infraestructura, les hiciese, por orden y gracia del ejecutivo federal, titulares de las relaciones laborales colectivas, concedidas centralmente, al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), organización que, contemplada en el pacto, conservó una estructura nacional y la titularidad del contrato en los Estados, entidades en las que nombró virreyes que le representasen sin reconocimiento propio. Tampoco son responsables, aún y cuando les finquen responsabilidades (Auditoría Superior de la Federación) por los comisionados sindicales de origen federal, transferidos mediante oficio emitido centralmente por la Secretaría de Educación Pública (SEP), a la usanza del trato que centralmente, de manera corporativa, otorga la administración pública federal a todas las representaciones sindicales reconocidas “oficiosamente” tanto en el sector público central como en el paraestatal y/o descentralizado. No son responsables de la finiquitada doble negociación, que surgió tras el ANMEB cuando a instancias de la comisión mixta SEPSNTE se recentralizó la negociación salarial al sueldo tabular, dejando, por iniciativa central (1994), la negociación de prestaciones que se empataba con la que, debido a su origen, tendrían que sostener, los gobiernos locales, con los trabajadores y trabajadoras de la educación de origen estatal, generando una presión conjunta –sección federal más sección local, que incremento, con base en el Acuerdo, las prestaciones al alza. En la misma tónica se encuentra los sobresueldos por “Carrera Magisterial”, negociados centralmente, entre la SEP y el SNTE, que permiten que trabajadores y trabajadoras de la Educación, eleven exponencialmente sus ingresos, cumpliendo con la reglas emitidas centralmente, como lo expusiese un docente acusado públicamente, por organizaciones que poco entienden Gracia, de una administración de suyo compleja. Las autoridades locales, entre ellas el titular de ejecutivo local y las autoridades educativas en la entidades, tampoco son responsables por la congelación de las plazas administrativas ordenadas por la administración de Miguel de la Madrid, que origina que doscientos mil maestras y maestros, desempeñen actividades administrativas como tampoco lo son que desde aquella añeja década (los 80s) tampoco se autorice la contratación de personal de apoyo a la docencia en las escuelas, cargo transferido a “las aportaciones voluntarias” que obligatoriamente tienen que hacer madres y padres de familia.
Pero y como “en el arca abierta hasta el más justo peca” y bajo el esquema de “aventar la piedra y esconder la mano”, quienes no invierten de manera particular en la formación de los recursos humanos, exigen se pase a raja tabla, a todos, maestras y maestros, a quienes consideran culpables de la mala calidad con la que se forman, generación tras generación de niñas y niños mexicanos evidenciados mediante evaluaciones nacionales e internacionales, que permiten que esos empresarios, beneficiados por el sistema político mexicano con mano de obra barata, se rasguen las vestiduras y que como fuente ovejuna, “todos a una” linchen, a quienes trabajadoras y trabajadores de la educación, consideran reos de toda culpa por los malos resultados, a pesar de ser ellos mismos, producto del ejercicio de una política pública en materia educativa y sindical, ejercida por un Estado corporativo.
Cierto que deben castigarse y corregirse abusos cometidos al amparo de un sistema político como el mexicano, fundamentalmente de personajes y personeros vinculados al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y a los partidos que son y han sido gobierno, evitando, como se da, el linchamiento mediático de un gremio que aporta socialmente más de lo que percibe (el 68.6 por ciento “gana” entre 6 y 11 mil pesos mensuales –813 143 docentes–). Pero como el buen juez por la casa empieza, sería fundamental partir de los que los administradores, pomposamente denominan “una reingeniería administrativa”, se reconociera lo que centralmente se ha originado, se generasen esquemas modernos de administración y reconociesen, en las áreas centrales y periféricas, las necesidades ocupacionales “reales, que evitaran que docentes desempeñen “puestos” en los que no son profesionales sino improvisados y evitase que padres y madres gastasen lo que no tienen. De ahí tendrían que haber partido, ¿no te parece, Gracia?