El American Film Institute (AFI) decidió premiar a Saving Mr. Banks, de John Lee Hancock, como uno de los 10 “Films del Año” 2013 (sin sutileza alguna, en México le endilgamos el título de El sueño de Walt Disney). El AFI justificó dicha distinción con el anuncio siguiente: “Saving Mr. Banks llega a las alturas, elevando la memoria de una de las historias más celebradas del cine estadounidense. Es magia lo que surge de las páginas del guión de Sue Smith y Kelly Marcel, para que John Lee Hancock mezcle con brillantez la historia y la back–story del vuelo de Mary Poppins a la pantalla de plata. Íconos encarnando a íconos, Emma Thompson y Tom Hanks se enfrentan hábil y disfrutablemente como P.L. Travers y Walt Disney, ilustrando con belleza la lucha entre la creación de un personaje profundamente personal y compartirlo con el mundo. Como la propia Mary Poppins, el film es perfecto de muchas maneras”.
Y bueno, Saving Mr. Banks (El sueño de Walt Disney, pues) lleva una semana exhibiendo en Puebla, dándonos la posibilidad de evaluar qué tan preciso o exagerado fue el juicio del AFI. Como sea, Hanks está magnífico entregando a Disney, mientras que Emma Thompson se las arregla competentemente con el rol de una P.L. Travers (autora de los libros de Mary Poppins) acosada por recuerdos infantiles vinculados a la muerte de su padre. ¿Quién es entonces el Mr. Banks al que hay que salvar? Justo el padre de familia en Mary Poppins, cinta que Disney por fin consiguió filmar en 1964. De hecho, el núcleo de Saving Mr. Banks es justamente la insistencia de Walt Disney, a lo largo de 20 años (si bien el film sólo muestra las dos semanas definitorias), en conseguir que la renuente e inflexible Travers le cediera los derechos para hacer, de su libro y personaje, una película. Así pues, en términos de añoranza, de adentrarnos en back–story, de entretenernos con un affaire verdadero de la historia del cine, Saving Mr. Banks es una grata opción de cine familiar, ese que hoy encontramos a cuentagotas.
Y por fin estrenó entre nosotros 12 años esclavo, justo en vísperas de la entrega de los premios Oscar. Nos llega cinco meses después de que inició recorrido, lo que en términos de “cinefilia ávida” traduce en algo así como 12 años esperando. Como ya se sabe –y a partir del libro escrito por la víctima– cuenta la historia de Solomon Northup, un hombre libre de color que es secuestrado y vendido en el Sur como esclavo. Las circunstancias hacen que el tipo sufra esa condición durante los 12 años del título, sin que su familia ni amigos tengan idea de su situación. No voy a reseñarla con amplitud hoy, pues antes debo verla por segunda vez; pero no hay duda de que es un film superlativo, además de valioso. A Solomon Northup lo encarna Chiwetel Ejiofor –su trabajo es extraordinario– a quien acompañan en la película nombres importantes: Michael Fassbender (como el cruel patrón Edwin Epps), Paul Giamatti (como el tratante Freeman, cuyo apellido no deja de ser una ironía), Paul Dano (como el detestable Tibeats), Sarah Paulson (como Mistress Epps, una racista celosa, así que “sumen” e imaginen las consecuencias) y Brad Pitt (como Bass), en un papel pequeño pero nuclear para el desenlace de los eventos. 12 años esclavo está nominada a nueve estatuillas: mejor película, director (Steve McQueen), guión adaptado (John Ridley), actor estelar (Ejiofor), actor de soporte (Fassbender), actriz de soporte (Lupita Nyong’o, quien encarna a Patsey), edición (Joe Walker), diseño de producción (Adam Stockhausen y Alice Baker) y diseño de vestuario (Patricia Norris). El pronóstico es que puede obtener al menos la mitad de esos premios, en especial los más significativos. Pero con o sin Óscares, 12 años esclavo es un film ineludible, del que habrá que hablar más en las próximas columnas.