Morena, al igual que el país, se encuentra en un momento crucial de su historia. La embestida bestial, sin escrúpulos y cínica de la oligarquía por adueñarse de todo y enriquecerse a costa de los trabajadores, ha llegado a excesos nunca vistos, y por lo que observamos de los últimos cinco sexenios y con diferentes partidos políticos, es muy probable que no hayamos visto aún todo y vengan cosas aún peores. La historia de las naciones, incluyendo la nuestra nos ha enseñado es que aún más dolor y sangre pueden venir en camino. Dependiendo de lo que Morena decida hacer y cómo hacerlo, influirá sin duda en el buen vivir de los mexicanos en el futuro inmediato y subsecuente. Definir y formar adecuadamente a sus cuadros dirigentes, a sus candidatos y a sus militantes es parte estratégica de su lucha. Y si bien el objetivo inmediato es correcto –centrarse en el proceso electoral de 2018, que es muy importante en particular para algunos estados como Puebla–, esta mira no puede soslayar al menos tres aspectos que a mi juicio son imprescindibles en la formación política de una visión de futuro a mediano y largo plazo:
1) La formación con identidad de clase. Conocer a profundidad la situación problemática y los anhelos de clase trabajadora, que es la inmensa mayoría de nuestro país –y de cualquier país– es el camino para aprehender esta identidad. Puede ser engañoso pensar que la tenemos, cuando nuestras necesidades y problemas son muy diferentes de las de los trabajadores que ganan 5 mil pesos al mes y tienen un trabajo que los explota, carecen de un hogar propio y tampoco seguridad social.
2) La formación con identidad hacia las necesidades y demandas de la población, entre las que se encuentra en lo inmediato la alimentación, la salud y la educación, sin soslayar las demás necesidades, pero bajo una perspectiva de respeto y cuidado al medio ambiente, siendo la base para los planteamientos contra, por ejemplo, los proyectos de muerte, que son insignia del actual neoliberalismo. Esta formación con identidad hacia las necesidades de la población, solo la puede dar la práctica social, que implica diseñar con sumo cuidado la constitución, operación y seguimiento de los Comités de base (comités seccionales o comités de protagonistas), pues la respuesta y el camino que se debe seguir, lo sabe la gente, no el partido.
3) La formación en la solidaridad; es hora de rescatar esa palabra que Carlos Salinas de Gortari pervirtió en la década de los 90´s cuando introdujo a todo vapor el neoliberalismo voraz (valga la redundancia) en nuestro país, porque no existe una mejor palabra para expresar la importancia de luchar por que las personas tengan libertad y no se cometa ninguna injusticia contra de ellas de ninguna clase y por ninguna persona, incluso más allá de nuestras fronteras. Que tengan todos los medios a su alcance para poder ser felices.