La semana pasada asistí como ponente al 13vo. Congreso de la Asociación Internacional de Semiótica que se llevó a cabo en la ciudad de Kaunas en Lituania. El congreso tuvo como tema lo “Cross–Inter–Multi y Trans” y ellos lo definieron de esta manera: “No hay reto ni oportunidad en el mundo actual que se pueda afrontar esquivando la cuestión de las “relaciones”. En cualquier modo, tiempo o espacio que sea, las palabras clave de hoy día implican, todas, la importancia de establecer/alimentar/entender/reforzar relaciones: interculturalidad, multimedia, transgénero, crossover, interespecies, multiétnico, transdisciplinario… Por medio de esas palabras clave se describen tanto cambios sociales como innovaciones tecnológicas, al tiempo que mejoramos paradigmas de investigación, y que manifestamos la esperanza de un mundo mejor”. Por supuesto, lo anterior implicó una apertura en cuanto a las temáticas abordadas en el congreso, pero siempre atendiendo de manera importante a la discusión teórica y metodológica, a las posibilidades, pero también a las nuevas perspectivas. La semiótica es una disciplina que lleva ya muchos años presente en la vida académica desde los aportes de Saussure en Francia y de Peirce en Estados Unidos, con el objeto de explicar los signos y las significaciones. Por supuesto, para el ojo entrenado la anterior afirmación pudiera ser injusta en tanto que reduce a signos y significados el objeto de estudio de la semiótica, y aquellos dos personajes como los orígenes del trabajo semiótico y que, especialmente en el caso peirciano, todo se centrara en el signo. La semiótica de Peirce es poderosa y compleja y sus aportes no sólo han contribuido en las bases mismas del trabajo de la semiótica, sino que, a su vez, han influenciado enormemente el trabajo de posteriores teorías y escuelas relacionadas con el estudio de la semiótica, como la Cibersemiótica, la Biosemiótica o la Semiótica Cognitiva.
No pretendo hacer en este espacio un análisis pormenorizado de la teoría semiótica, ni de su historia. Sólo hacer notar que tal disciplina se encuentra viva y hay por todo el mundo comunidades académicas dedicadas al estudio de los fenómenos sociales desde las teorías y metodologías semióticas. En el congreso participaron cientos de especialistas de todos los continentes del mundo, con temáticas muy diversas, desde lo visual, lo literario, la cultura, la memoria, lo bio y lo ciber, en una constante demostración del juego entre disciplinas para explicar múltiples fenómenos todos desde la semiótica y el análisis discursivo. Ejemplos como estos nos hacen ver lo que tuvimos en el congreso: “El Xochitlalis: práctica semiótico–discursiva ritual sagrada entre los ofrendadores de flores parra la Tierra”, de la mexicana María Prieto; “Identidad discursiva y la violencia en la novela negra colombiana, una perspectiva semiótica”, del colombiano Luis Fernando Arévalo Viveros; “Retratos femeninos en la pintura polaca 1897–1956: la herencia como un contexto para la interpretación”, de la polaca Elzbieta Chrzanowska–Kluczewska; “La Poesía como un sistema secundario de modelado” del ruso–estonio Mihhail Lotman; o las interesantes propuestas de “El Yosakoi–Soran como un sitio de semiosis: desde su relación con la cultura pop japonesa” de Fuminori Akiba y “Los movimientos de observación callejera en la cultura pop japonesa” de Morihiro Satow, ambos ponentes japoneses. Por supuesto, las propuestas fueron muchas más, acá sólo detallo una muestra. Cabe mencionar que hubo una participación destacada de nuestro país en el encuentro con 27 ponencias, algunas de ellas de personajes de renombre en el ámbito semiótico de México, como Julieta Haidar que desde la ENAH ha liderado varios seminarios semióticos y que siempre lleva alumnos y profesores a estos congresos; Carlos Vidales Gonzáles que desde la Universidad de Guadalajara representa un foco importante y que en esta ocasión propuso junto con el Danés Soren Brier un simposio de Cibersemiótica; Roberto Flores del INAH que aplica la semiótica al trabajo de la historiografía; nuestro propio Programa de Semiótica y Estudios de Significación de la UAP que también ha tenido siempre una participación constante y destacada; y varios mexicanos que han estudiado o lo hacen en este momento en el programa de semiótica de la afamada Universidad de Tartú, en Estonia, como son Maximino Matus Ruiz, Eduardo Chávez Herrera e Israel Chávez Barreto.
Uno de los aspectos relevantes del congreso, es que mostró que existen escuelas de pensamiento consolidadas, y que a la par, se desarrollan muchas otras que dialogan con las anteriores; a su vez, que puede existir el trabajo de aplicación de estas teorías para la resolución de problemáticas de la vida cotidiana, pero que no han caído en la estulticia de prescindir del trabajo teórico como fuente fundamental del pensamiento. Hay una buena cantidad de ellos que están dedicados a construir conocimiento, y unos más que pretenden aplicarlo, pero no se engañan suponiendo que la aplicabilidad de la ciencia es lo único imperante, como sucede tanto en nuestro mundo contemporáneo. Otro aspecto a destacar, es que encuentros de esta envergadura permiten a los asistentes intercambiar puntos de vista, comprender construcciones epistemológicas distintas y sus ontologías derivadas de procesos regionales, es decir, su origen en función de los contextos. Estupenda e enriquecedora experiencia, a repetirse en Buenos Aires para 2019.