La relación existente entre Sor Juana Inés de la Cruz y el obispo Manuel Fernández de Santa Cruz no sólo representa la inteligencia un par de “lumbreras del siglo XVII”, sino que habla de la compleja vida cotidiana, así como de la riqueza de ideas y de comida que existía en su entorno, sostuvo el investigador Jesús Joel Peña Espinosa.
El profesor investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia fue el encargado de abrir el ciclo de conferencias organizadas como parte del quinto Encuentro de cocina conventual que organiza el Museo de arte religioso ex convento de Santa Mónica en coordinación con otro tanto de instituciones culturales y educativas de la ciudad.
Con la ponencia El obispo Fernández de Santa Cruz: promotor del genio femenino y opositor a los embriagantes, Peña Espinosa refirió a la relación epistolar existente entre en el prelado poblano y la poeta novohispana, quien incursionó lo mismo en las letras que en la astronomía y la cocina.
Luego del hallazgo que él mismo hiciera en 2010 en la Biblioteca Palafoxiana sobre tres cartas: el borrador (o quizá uno de los borradores) de la “Carta de sor Filotea de la Cruz”, la “Respuesta a sor Filotea de la Cruz” y el extracto de una epístola escritas por Manuel Fernández de Santa Cruz, el investigador sostuvo que es imposible pensar y sostener que “el obispo era intolerante del genio femenino”, pues más bien era “fervoroso promotor de las artes”.
Advirtió que si en anteriores tesis –como la de Octavio Paz- Sor Juana queda mal parada ya que es considerada la rehén de una intriga palaciega para renunciar a sus labores intelectuales, mientras que ahora, gracias a la aparición de estas misivas y al estudio que han hecho diversos investigadores, se sabe que había “admiración” por parte del prelado hacia la monja jerónima.
Jesús Joel Peña, de oficio historiador, sostuvo que prueba que Fernández de Santa Cruz era un “fervoroso promotor de las artes” se demuestra en su interés por los libros ya que “estaba actualizado” en los autores y las obras producidas en su tiempo; como ejemplo, fue que desde Portugal recibió un cargamento de 112 volúmenes para su biblioteca personal.
Incluso, agregó el especialista, el obispo no merece el adjetivo de misógino, ya que en una carta enviada al arzobispo de la ciudad de México, refiere que “no es que no quiera a las mujeres sino que –se mantiene lejos- para no caer en la tentación”.
Esta y las otras tres cartas –afirmó el investigador- dejan ver que no había una intriga contra Sor Juana. Esto, se aclara aún más con una de las frases contenidas en una de las cartas, en donde le menciona que ella ya no está para hablar de filosofía, sino para crearla.