La semana pasada, a pesar de la negativa de algunas comunidades de que se construya el Gasoducto Morelos, maquinaria pesada de la empresa Bonatti ingresó a tierras agrícolas del municipio de Texoloc. Los trabajos se han desarrollado con la inconformidad de los pueblos afectados y con la presencia de personal de gobierno, así como de las fuerzas públicas, específicamente policía municipal, estatal y federal.
El conjunto de mega proyectos a lo largo y ancho del país son una clara muestra de que poco importan las decisiones de las personas originarias y dueñas de los territorios. Para la lógica capitalista, controlada por empresas transnacionales, lo único importante es generar condiciones para aumentar sus ganancias, poco importa si ello implica engaño a la población, división de comunidades e incluso negar riesgos evidentes como en el caso del gasoducto que pasa cerca de poblaciones, escuelas, hornos, poblaciones que mantienen hornillas encendidas, etc.
En el conjunto de mega proyectos, incluido el Gasoducto Morelos, el gobierno ha dejado clara su posición, proteger los intereses de las empresas a costa de pasar por encima de los pueblos, de sus derechos y de sus decisiones.
Como ya hemos mencionado en otros artículos de opinión, México vive una falsa democracia, no son los intereses de la mayoría los que se defienden, sino los de unos cuantos que controlan las inversiones. Si queremos caminar a la verdadera democracia deberíamos recuperar los saberes antiguos que tenían nuestras comunidades, volver a las asambleas donde la mayoría definía el rumbo de nuestra vida colectiva. Las lógicas individualistas implementadas por la visión neoliberal atentan contra nuestras formas históricas de vivir, no se trata del bien individual sino del colectivo, así en el caso del gasoducto, no se trata de si yo como propietario particular decido vender, porque obviamente ahí hay una implicación de carácter colectivo, las afectaciones no quedan en el ámbito de mi propiedad, pueden afectar a poblaciones enteras.
A partir del 8 de marzo de 1999 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó la Declaración sobre el derecho y el deber de los individuos, los grupos y las instituciones de promover y proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales universalmente reconocidos, en ella se reconoce el derecho que tiene toda persona o colectivo de personas a promover y procurar la protección de todos los derechos y libertades. El acto de resistencia que en todo el país están realizando diversos pueblos es un acto legítimo y reconocido por los instrumentos nacionales e internacionales, no se trata de una oposición a ciegas del progreso, todo lo contrario, se trata de construir un progreso que implique el menor impacto a la vida.
Un defensor o defensora de derechos humanos no tiene que estar institucionalizado ni reconocido por alguna institución de Estado. Basta que por la vía de los hechos esté defendiendo algún derecho humano para que sea un defensor de derechos humanos. Así lo que vemos en las comunidades que han rechazado la construcción del Gasoducto Morelos es el pleno ejercicio de pueblos defensores de los derechos humanos. En este caso enfatizando en el derecho a la libre determinación, pues ya en asamblea comunitaria decidieron el rechazo al proyecto; el derecho a la vida e integridad personal; el derecho a la seguridad jurídica, en tanto los actos de las autoridades no están fundamentados; así como el derecho a la información y a la verdad, debido a que a lo largo de la imposición no se ha dado una información clara del proyecto.
El hecho de que el gobierno en sus distintos niveles utilice a la policía es un acto de intimidación que atenta no sólo contra la paz de las comunidades, sino con el derecho de las personas y de los pueblos de defender sus derechos. En ningún momento las comunidades han realizado actos violentos ¿Por qué entonces hacer un despliegue de una gran cantidad de policías, incluso federales? ¿Por qué ha tenido que haber presencia de policías armados? ¡Cuidado! La presencia de la policía no está justificada, mucho menos su presencia con armas, ello es muestra de un gobierno que ha apostado por la represión de las personas defensoras de los derechos humanos y por la violación en sí misma de los derechos humanos.
El ejemplo que están dando algunas comunidades en México, parecido al pueblo griego, debe ser ejemplo para el ejercicio de los derechos colectivos o de los pueblos. Hay derechos que necesariamente deben ser una decisión y defensa colectiva. El actual sistema que promueve el individualismo mantendrá un choque permanente con los pueblos originarios, pues en ellos se vive en un consenso y acción colectiva permanente y cotidiana, no sólo frente a los riesgos como los mega proyectos, sino en otras expresiones como fiestas comunitarias, carnavales, bautizos, casamientos, faenas, etc.
Nuestra tradición de vida es el pueblo, la vida colectiva, esa es nuestra principal esperanza frente al conjunto de problemas que el sistema capitalista, patriarcal y colonial intenta imponernos. La historia mostrará si el derecho a defender los derechos de los pueblos y la vida fue capaz de triunfar por sobre los intereses económicos. En tanto llegamos a ese momento, es importante no olvidar que el gobierno está obligado a respetar el derecho de los pueblos a defender los derechos humanos.