¿Qué pasa si, apenas iniciada la carrera, Max Verstappen queda fuera por avería (pastilla de freno quemada) y deja el campo libre para que los demás se disputen la gloria? Pues nada que contradijera la monotonía habitual con Max en la pista, porque Carlos Sainz, que ya había rebasado al holandés en la primera vuelta mediante brillante maniobra, se convirtió en Verstappen II y no dejó nada para el resto. Detrás del madrileño, aunque lejos, Charles Leclerc iba a completar el 1-2 de Ferrari, que al fin les dio una alegría a sus normalmente contritos seguidores. Completó el podio, a distancia, Lando Norris, que le dejó el cuarto puesto al otro McLaren, el tripulado por el australiano Oscar Piastri.
¿Cómo pudo diluirse Checo Pérez, desperdiciando la oportunidad que le abría el temprano abandono de su casi invencible coequipero? Para empezar, el tapatío tuvo que apechugar con un castigo, por cerrón a Hulkenberg en la Q3 de la víspera, que le valió verse removido del tercero al sexto puesto en la arrancada por decisión de los dichosos comisarios. Y ya en carrera, nunca encontró un hueco para prosperar, fuera por el precario rendimiento de su máquina o porque jamás se sintió cómodo sobre el trazado australiano. El caso es que habría terminado en el mismo puesto en el que partió de no mediar un golpazo brutal contra la barrera que desbarató el Mercedes de Rusell justo en la vuelta final. Detrás de Pérez fueron llegando a meta Stroll (Aston Martin), Tsunoda (RB), Alonso (Aston Martin) y los Haas de Hulkenberg y Magnussen. Fernando Alonso habría sido sexto, pero la susceptibilidad de los comisarios “detectó” alguna irregularidad en el manejo del asturiano, a causa de la cual Rusell se despistó y acabó chocando y alejado de los puntos. Revisado el video, nadie se explica las razones de la tal penalización.
Loor a la impecable conducción de Carlos Sainz, de quien se dijo, en broma, que para ganar un GP había que someterse a una apendicectomía de emergencia, como si el pequeño trozo de carne que recientemente le extirparon fuese un lastre para los ímpetus del segundo hombre de Ferrari, que llevaba ya tiempo evidenciando mayor consistencia que Leclerc, oficialmente el número uno de la escudería. Lo irónico del caso es que la firma de Maranelo ha decidido no renovarle contrato a Carlos, libre a partir de 2025.
EU-México, la final. Te debemos, lector, la reseña de lo ocurrido anoche en Arlington, enésima versión del choque entre los colosos del norte –perdón por el sarcasmo–, luego que a media semana resolvieran con holgura las semifinales de ese torneo metido con calzador entre la maleza de fechas FIFA, una burda copia tropical de esa otra justa, no menos improvisada y hechiza, que por idénticos centaveros motivos se libra en Europa. La final de la nuestra se jugó anoche y ya tendrán los amigos noticia del resultado así como su opinión acerca del partido y el desempeño del Tri, que aparentemente iba a abordarlo privado de los lesionados Johan Vázquez, Julián Araujo y el colombiano Quiñones.
En cuanto a la semifinal, resultó más sencilla de lo esperado. Panamá no existió como equipo y la Selección no tuvo que prodigarse para concretar la goleada con los tantos de Edson Álvarez (40´), Julián Quiñones (43´) y el suplente Orbelín Pineda (67´), éste cuando ya la plana mayor del equipo reposaba en la banca ante la nula respuesta de los canaleros, sin alientos siquiera para seguir repartiendo leña. Fue precisamente Edson el eje del equipo, con criterio para pivotear y ascendiente para ordenar al resto, mientras a Antuna y Henry su constante bullir no les alcanzaba para armar nada interesante arriba, la dupla Montes-Johan se afianzaba como la apuesta más segura para patrullar la zaga central y el Chucky Lozano, que entró de cambio, continuaba en modo apagón.
Pero lo visto tampoco da para echar las campanas a vuelo anticipadamente. Jaime Lozano optó por ir a lo seguro, nada de jóvenes imberbes –aunque los de aquí rebasen sin rubor los veintitantos–, preferible recurrir a un colombiano desechado por Colombia –pero no por el América– que dar cabida a los Giménez, Huerta y… ¿habrá alguno más? Porque el fondo del problema es éste, que, por ejemplo, los ex del Puebla –Cortizo y los dos Reyes– ya no se cuecen al primer hervor, y algún otro que ande por ahí, perdido entre la multitud de foráneos que acaparan la Primera División “mexicana”, tampoco les pareció merecedor de convocatoria al Jimmy, la “Bomba” Rodríguez y demás federativos aferrados al socio gringo que tan ricamente los titerea. A este paso, Memo Ochoa, que ya chochea, va a jugar no seis mundiales sino todos los que él quiera y sus anunciantes soporten.
Se jugó en el repleto coliseo de Dallas, santuario económico de un estado, Texas, que fue parte de México y está dedicado hoy, vaya ironía, a una abierta cacería los migrantes. Y veremos qué pasa en la final del torneíto éste, ante un adversario como Estados Unidos –se deshizo 3-1 de una Jamaica digna de mejor suerte– temible en su terreno, del que al parecer no hay poder humano que mueva a los levantadólares de la Concacaf.
Al fin ganó Juárez. A la lejana Jornada 7 pertenecía el encuentro entre BraviNahuales y Puebla que se repuso el sábado en la norteña Ciudad Juárez. Y aprovechando la infame racha de la Franja, los escasísimos asistentes se dieron el gusto de ver cómo su equipo ganaba por primera vez en 2024. Contienda animada, de mucho ir y venir y un 4-3 que se explica por la flojedad defensiva de ambos y un arbitraje no menos extraviado –ni arriba ni abajo se percataron del clarísimo fuera de juego en el primer gol de ellos (Da Sauza, 45)–; el vasco Aitor García se lució con par de misiles desde fuera del área poblana que tomaron mal parado al Araña Rodríguez (46´y 56´), un grotesco error de Silva le facilitó a Saldívar el fusilamiento del cuarto tanto local (84´) y, por el Puebla, goles de Cavallini (15), Ormeño (65´) y Sansores (89´), los dos últimos llegados desde la banca con la misión de arrojar agua sobre la desbordada fogata juarense.
Sub 23. Sabido es que México no estará en el mundial de la categoría ni en los Juegos Olímpicos de París, pero los federativos tuvieron la iniciativa de dar algún movimiento a la Sub 23 programando dos partidos contra Argentina, que sí estará en ambas justas por más que Mascherano, DT de los albicelestes, confiesa no saber bien a bien con cuáles de ellos contará a la hora buena dada la demanda que tienen en Europa los nuevos valores ches.
En contraste, qué desconocidos nos sonaban la mayoría de los nombres de los chicos mexicanos. Y todo a causa del furor extranjerizante que campa en los cerebros de la Femexfut y su culpable ninguneo del talento nacional. Sumado todo eso, no es de extrañar la goleada (2-4) que la Sub 23 albiceleste recetó a los voluntariosos muchachos de Ricardo Cadena, que si en el primer tiempo, lograron remontar dos goles en contra –incluido coreográfico taconazo de Matías Soulé al mejor estilo Nijinsky–, se diluyeron por completo en cuanto empezó la danza de los reemplazos, agudizando las obvias limitaciones del equipo.
Hoy, en el Cuauhtémoc. Los mismos adversarios protagonizarán una segunda versión de su duelo esta noche en el estadio de la autopista. Ojalá que el cuadro nacional haya aprovechado la lección y consiga mantener alta la moral, porque la visita tiene caudal de sobra para ofrecer un buen espectáculo. Personalmente, guardo grato recuerdo de torneos juveniles como la Olimpiada del 68, con la que prácticamente se estrenó el Cuauhtémoc (Colombia 2-1 Francia, Brasil 3-3 Nigeria y, sobre todo, México 2-0 España en cuartos de final). También jugó aquí, en los Panamericanos de 1975, la Argentina de Menotti en versión juvenil, con jugadores tan considerables como Valencia y Ceballos.
En todos esos casos y alguno más, como el Mundial Juvenil de 1983, por ejemplo, el juego de selecciones formadas por futbolistas recién surgidos nos regaló encuentros sumamente atractivos, de un brío y un sabor poco frecuentes entre selecciones formadas por los astros consagrados y gregarios llenos de mañas, duchos en el manejo de tácticas conservadoras.
Brasil vence en Wembley. Estrenaba DT la canarinha en la persona de Dorival Junior y con un equipo completamente renovado y gol del suplente de 17 años Endrick (79´) doblegó a Inglaterra en partido atractivo y abierto, en el que, pese a la derrota, Bellingham confirmó sus extraordinarias dotes técnicas y mentales. Con esta son ya tres las ocasiones en que Brasil desmelena al León británico en su propia salsa, siempre por 0-1: en 1963 el santista Pepe batió de tiro libre al gran Gordon Banks, y en 1981 el gol del triunfo lo anotó Zico, el llamado Pelé blanco.
El historial de los encuentros entre ambas selecciones da cuenta ahora de 27 enfrentamientos, con 12 victorias brasileñas, 11 empates y 4 triunfos ingleses, entre ellos un 0-2 en Maracaná (1979) con golazos de John Barnes, aquel legendario y driblador moreno originario de Jamaica. La estadística incluye Copas del Mundo, donde se vieron las caras en cuatro ocasiones: Suecia 58 (0-0), Chile 62 (Brasil 3-1 en ¼´s), México 70 (Brasil 1-0) y Corea-Japón 2002 (Brasil 2-1, ¼´s).
Y Colombia da cuenta de España. También en Londres, pero el viernes y en su estadio Olímpico, fue el amistoso en el que Colombia derrotó sorpresivamente a la Roja, con gol de Daniel Muñoz (61´) y un bonito paseo de balón para hacer correr y sudar a los hispanos.