En Tres versiones de Judas, Borges
inventa a Runeberg
quien reivindica a Judas Iscariote
convirtiéndolo con argumentaciones
teológicas y morales en un reflejo de Jesús.
Todas las versiones de la traición son falsas, dice.
Así, el orden menor de las cosas
es imagen de la inmensidad:
como las manchas de la piel
son un mapa de las incorruptibles constelaciones.
Tu leíste la piel de mi espalda al amanecer.
Hiciste el intento de enumerar mis lunares,
los poros abiertos de mi cansancio y,
quizás, mis arrugas y cicatrices.
Me oías entre tanto.
Cuando me pusiste de cara hacia a ti,
después de un beso,
elogiaste mis labios y
¿será casualidad?
inicié mi versión del renunciante
(como Judas que renuncia a ser apóstol,
cadre, de Jesús
y lo vende por treinta monedas y un beso).
No son hermosos,
míralos bien, el bigote
cubre las manchas del vitíligo
que como estigma hace de sus orillas
las comisuras atroces del hocico de una bestia.
Y te hice seguir las huellas del delirio
en la frente y la cabeza,
pero querías detener el dolor
que me hacía negarme a ser contigo.
Como este gallo que al medio día
canta para confundirme.
Sólo ahí las tienes,
Imperceptibles, dijiste.
Entonces mostré el anillo que circunda mi sexo
ese que más se duele de esta distancia,
una coralillo durmiendo tal vez soñando esta pesadilla.
Pero como Runeberg perdonaba a Judas,
así tu indagaste la causa de mis estigmas:
lista de temores y tensiones,
abandonos, desarraigos,
estrés maldito estrés y desesperaciones.
Me avisas que llevas en ti
el recuerdo y las sensaciones “hundos”
(así no se escribe y sigues equivocándote,
remarca sin piedad este malvado
que se asusta con la ternura y con los perros).
Malverso tus palabras
urdo este enredo:
te despiertas pegada a mi
y sientes, ya lo creo,
“un deseo indecente”
Dices querer
que “nos hundamos, otra vez,
en este sueño agitado y gozoso“.
Como tú: “Abro los ojos
y siento un tremendo vacío.”
No llevo imágenes y sensaciones,
se caen como las monedas de Iscariote
colgando de un árbol
con el rojo de la lengua
amoratándose.
Sí, ojalá que tu mirada al despertar,
lea el firmamento de mi piel,
y pueda anularme los miedos
y encontrarme un camino.
me haces falta…
(somos el espejo distorsionado de tu carta)
Ricardo Landa, 2004
Imágenes: Caravaggio: El beso de Judas; Pier Paolo Pasolini: Evangelio según San Mateo; El beso de judas, fresco bizantino; Filogonio: Ndija; Dibujo erótico: remontados; Grabado libertario: Ave María llena eres de rebeldía