Hace 367 años Juan de Palafox y Mendoza donó su biblioteca particular de cinco mil volúmenes a los colegios de San Pedro y San Juan, con la condición de que se le permitiera el acceso no sólo a los miembros de la iglesia y seminaristas, sino a cualquier persona que supiera leer.
Ese esfuerzo daría paso a la primera biblioteca pública del continente que actualmente es conocida como la Biblioteca Palafoxiana, la cual posee un fondo antiguo formado por 42 mil 556 volúmenes, 5 mil 345 manuscritos y nueve incunables, que la llevaron a ser reconocida en 2005 como “Memoria del Mundo” por la Unesco.
Diana Jaramillo, la actual directora del recinto, consideró que para que la biblioteca y su fondo estén vivos es necesario “que se investigue, se lea, se debata y se abran distintas hipótesis, además de que se apueste por su conservación”.
Durante una entrevista en el marco del aniversario número 367 de este espacio ubicado dentro de Casa de la Cultura, corazón del llamado Complejo Palafoxiano, señaló que a mediano plazo uno de los proyectos de la biblioteca es hacer alianzas con investigadores de diversas instituciones, en primer lugar con universidades como la Nacional Autónoma de México o la Autónoma de Puebla (UAP), para que se acerquen al acervo.
Jaramillo mencionó que como ejemplo de la participación de académicos es el reciente descubrimiento que hizo un investigador sobre una “joya bibliográfica”: el Hortelius Atlas, de 1602, una edición especial, una “rareza”, que se convierte un “hallazgo con hipótesis abiertas”.
“La biblioteca es una dualidad, es un museo y una biblioteca, por lo que para darle fuerza a su primer aspecto volverán a exhibirse las esferas terrestres y celestes, además de las placas hechas por el grabador José Nava para que los visitantes tenga algo que ver además de los libros y la estantería”.
Agregó que el investigador de la biblioteca Juan Fernández del Campo prepara la exposición “La memoria de la Palafoxiana” que abrirá en noviembre próximo para mostrar los 25 libros que a lo largo de la historia han marcado y forjado el pensamiento de la sociedad.
Proyectos como este, confió Diana Jaramillo, buscan “que los poblanos y los visitantes de otros estados y países, se apasionen y sientan suya a la biblioteca”.
Asimismo, la experta en Literatura en Teoría y Crítica Literaria Latinoamericana precisó que se buscarán “otras ventanas” para la divulgación y la difusión del patrimonio y el pensamiento universal que aquí se resguarda, además del trabajo de conservación y preservación de los textos, como lo ha sido la labor del Taller de restauración que funciona desde hace siete años que ha rehabilitado los nueve incunables.
Agregó que se volverán a poner en marcha proyectos como el estudio de las marcas de fuego, en colaboración con la Biblioteca Histórica “José María Lafragua” de la UAP, además de que se volverán a difundir los impresos mexicanos.
Sobre el estado de los más de 42 mil volúmenes y los más de cinco mil manuscritos que se resguardan, mencionó que están en buenas condiciones y que ninguno presenta peligro de hongos u otro tipo de plagas, aunque están al pendiente de cualquier tipo de humedades o filtraciones, hasta de otros incidentes como temblores.
En cuanto a los libros que están en las estanterías dijo que se están detectando aquellos que presentan alguna inclinación –por su propio peso–, y se les están haciendo unos “zapatos”, una caja de su tamaño y cierto grosor que detiene el proceso.
En el ámbito de lo digital, Jaramillo señaló que se están preparando los textos y el catálogo de los volúmenes que se publicarán en la nueva página de internet de la Biblioteca Palafoxiana, la cual tuvo una anterior y fue jaqueada.
Por último, informó que en el marco de la pasada Reunión internacional de expertos sobre el primer poblamiento de las Américas que organizó la Unesco, el Instituto Nacional de Antropología e Historia preparó la exposición “El hombre temprano en México” que integra restos humanos y fotografías sobre los lugares donde se hallaron las primeras evidencias de ocupación.
Dicha muestra, que está exhibida en la sala Fabián y Fuero hasta el 28 de octubre, presenta siete restos humanos, cuya antigüedad oscila entre los 12 mil 700 y los cuatro mil 500 años: el hombre de Chimalhuacán, la mujer del Peñón III, el hombre del metro Balderas, el hombre Tlapacoya 1, el hombre de la Cueva de Texcal, el hombre de San Vicente Chicoloapan y el Hombre de Tepexpan.