Para continuar con este vocabulario de palabras relativamente obsoletas, usadas por dos generaciones anteriores y que muchos jóvenes de hoy no entienden o les resultan confusas, anotaré aquellas que corresponden al ajuar de las casas de clase media.
Garabato. Gancho habitual en las cocinas, sujeto al techo, para colgar los embutidos y ponerlos fuera del alcance de los animales de casa o de los intrusos. Tener “un ojo al gato y otro al garabato” es estar atento a las malas intenciones de alguien.
Unto. Grasa del cerdo que al ser puesta al fuego en un recipiente y colada mediante un cedazo que se convertía en manteca. Los “tlalitos” eran los sobrantes doraditos de la piel, los cuales eran muy apreciados como botana. También se decía del dinero usado para sobornar: “untar la mano”.
Nata. Grasa de la leche de gran valor calórico y cuya combinación con miel de abeja y sobre un cocol de anís resultaba un agasajo. Actualmente la nata es tan escasa como un político honesto.
Metlapil. Mano del metate. Este se podía convertir en un instrumento letal cuando era blandido por una iracunda señora.
Temolote. Mano o pilón del molcajete (mortero).
Jícara. Llamada también zacual por el nombre de la planta cuyo fruto maduro y seco, partido a la mitad, sirve para hacer vasijas, particularmente para contener el agua con que se baña la gente ¡A jicarazo limpio!
Bidet. Mueble localizado en el sanitario que emite un chorlito de agua para que las señoras fufurufas, principalmente, se limpien el transpuntín o estafiate.
Escupidera. Bacín metálico que era muy común en los despachos, peluquerías y en algunas casas, con un poco de agua, para que los señores arrojaran en él los gargajos y una que otra flema hemoptoica.
Bacinica. Orinal hecho de peltre o de cerámica colocado bajo las camas. El borde superior de la bacinica o borcelana –doblado hacia afuera– se llamaba corona y su dimensión, mayor o menor, tenía que ver con el tamaño del nalgatorio del usuario. Se vaciaba y se lavaba todas las mañanas para ser nuevamente colocado en su lugar.
Aguamanil y palangana. Correspondían a una jarra con agua y una charola o jofaina, respectivamente, que se encontraban colocados en un mueble situado en las recámaras o piezas, usadas para un sencillo aseo matinal de las personas y que en ocasiones sustituía al baño completo.
Botellón. Palabra que designaba al garrafón actual del agua potable. Los españoles llaman así al “pomo” que contiene licor y que se bebe en la vía pública… en amable compañía, como los teporochos o calienteros.
Coqueta. (Fr. coquette) Mueble de tocador, con una luna y taburete, empleado en las recámaras de las señoritas popoff para colocar los bilets, coloretes y perfumeros con los que se relujaban las damitas. Este tocador se complementaba con un chifonier o cómoda en el que se guardaban las garras, tiliches o trapos interiores y un ropero con su luna para otras prendas como los abrigos, chipiturcos, tacuches, cacles, crestas (sombreros) y corbatas conservadas con bolitas de naftalina.
Corte. Pieza de cualquier tela apropiada para confeccionar prendas de vestir.
Fichú. Chal o tapalito.
Pongan a prueba a los jóvenes, no mayores de 30 años, y pídanles que les proporcionen el significado de cualquiera de estas palabras. Seguramente no conocerán la mayoría. De esta manera hago mi pequeña contribución al entendimiento entre diversas generaciones y si no se aprecia así pues que “vayan y chi…flen su flauta”