La muerte de Tania Luna, encontrada la mañana del 29 de septiembre en su departamento, es el feminicidio número 63 en lo que va del año en Puebla. El caso de Tania, como el de otras muchas mujeres víctimas de violencia de género, ocupó en la prensa local las páginas interiores de los principales periódicos de circulación local.
Las notas principales, las de primera plana, destacaron –celebrando o criticando– la inauguración de la armadora alemana a la que asistió la clase política y empresarial poblana. Los dos días que siguieron a la muerte de Tania, dos feminicidios más aparecieron en la nota roja.
La normalización de la violencia, remitiendo a la sección policiaca el escandaloso hecho, explica por qué una sociedad como la poblana permanece indiferente ante el asesinato de una joven estudiante en la ciudad de Puebla. Si los medios impresos no son capaces de colocar la noticia en primera plana como un asunto de prioridad, como un tema de emergencia, ¿Qué se espera de una sociedad que mira en la muerte de estas mujeres un número más sin sentido? ¿Por qué o quiénes tendrían que exigir de las autoridades la activación de la alerta de violencia de género? ¿Qué más tiene que pasar o quién tiene que ser la número 66 para que los feminicidios ocupen la primera plana? ¿Por qué Audi o la AMPI le quitan a Tania y a tantas otras víctimas la posibilidad de ser tema de reflexión y acción en la sociedad poblana?
Para cuando Ciudad Juárez llegó al feminicidio número 62 (no en un año), en agosto de 2009, La Jornada le dedicó su editorial. En esa edición del 17 de agosto se explica esa normalización a la que hago referencia: “Estas cifras ponen en perspectiva la continuidad ominosa y alarmante de crímenes que hasta hace poco menos de una década generaron escándalo e indignación mundial y que hoy han sido eclipsados por los elevados niveles de violencia ligados al narcotráfico que se viven en Ciudad Juárez, sitio en donde diariamente se registra un abultado número de ejecuciones”
Si bien las causas que en ese momento se vislumbraban para explicar el fenómeno de Las muertas de Juárez: el narcotráfico, la situación de frontera, las maquilas, etc., no aplican para mirar con los mismos lentes el caso poblano, sí es de llamar la atención que el mismo número de feminicidios en menos tiempo no atraiga la atención de los medios nacionales y locales, mucho menos el de las autoridades.