Tenemos un ritmo de vida que cada vez exige mayor premura y rapidez. Estamos hiperconectados y disponibles casi a toda hora. Corremos y permanecemos pegados a las pantallas: de la computadora, del celular, de la televisión. ¿Qué tiempo tenemos para observar y reflexionar? La cultura puede ser una herramienta para pensar: detenernos a mirar una obra de arte, escuchar las notas que componen una pieza musical, trazar, pintar o bailar podría darnos un momento para usar nuestras capacidades reflexivas.
En este país el Estado ha intentado administrar las actividades culturales a través de entidades oficiales desde un enfoque de paternalismo y ello ha implicado que los creadores y los públicos se vuelvan dependientes de los presupuestos gubernamentales. Por un lado, aún es complicado que los artistas encuentren un esquema autogestivo que les permita desempeñar su profesión; y por otro, los públicos no estamos acostumbrados a pagar por actividades culturales porque desde hace tiempo una parte ha estado financiada desde los gobiernos en sus distintos niveles. Ante este entorno complicado y cambiante, los interesados en las actividades culturales que vayan más allá de lo comercial y la oferta gubernamental, –que frecuentemente está vinculada a intereses económicos o políticos– hemos tenido que adaptarnos de diferentes maneras y quizás una de las más importantes sea la conformación de espacios independientes. Estas organizaciones han encontrado un entorno propicio para florecer y consolidarse. En Puebla y Cholula puedo ubicar a varios proyectos y lugares que tienen estas características y no es de extrañarse, pues las bondades de la cultura y las artes son ampliamente documentadas: favorecen la reflexión, deleitan los sentidos, son fuente de empleo, reestructuran el tejido social… en palabras de Toni Puig (2005): “toda apuesta por la cultura es inteligencia en grado sumo” .
Los espacios independientes son generalmente agrupaciones de personas que optan por hacer una fuerte inversión de recursos y tiempo en las actividades relativas a las artes. La tarea no es fácil: los proyectos deben ser sostenibles para garantizar la permanencia. Si de inicio, emprender cualquier proyecto no es sencillo, los proyectos culturales son un tanto más complicados por las condiciones antes mencionadas: pocos financiamientos, escasa costumbre de invertir en actividades de esta naturaleza y fácil acceso a manifestaciones culturales comerciales a través de dispositivos tecnológicos. Aunque aparenta gran dificultad, la compensación que brinda este tipo de proyectos es mejor y más disfrutable cuando las personas notan que la cultura y las artes son esenciales para una vida plena.
Uno de los espacios que vale la pena conocer es la Cooperativa AVE (9 Oriente #813, Centro), que recientemente cumplió dos años de gestionar un taller de gráfica, organizar exposiciones temporales, promover obra de artistas y organizar actividades culturales. Espacios como este aportan una visión de reciprocidad, integración, consideración de los públicos y una política de puertas abiertas que haría falta en todas las organizaciones culturales públicas o privadas. Para celebrar estos dos años de existencia, organizaron la exposición temporal Intercambios que reúne piezas de artistas locales, nacionales e internacionales con los que han colaborado durante este tiempo y que puede visitar hasta el 8 de agosto. La pluralidad de visiones y técnicas que se enuentran en esta exposición deja claro el interés por las nuevas formas, los nuevos aires y las nuevas propuestas. También evidencia que la diversidad de pensamiento y de miradas es siempre bien recibida por la Cooperativa Ave, que lejos de dirigirse a públicos establecidos, especializados o selectos, se ocupa por involucrar a cualquier persona interesada en la expresión, la apreciación estética y la reflexión social; condiciones ahora tan necesarias para crear un mejor lugar para vivir.