Los signos de la decadencia de una formación económica–social se muestran en distintos ámbitos de la vida cultural, económica y política. Aún más, sus dirigentes políticos pueden ser la más viva expresión de la decadencia con sus posturas y opiniones que muestran su incapacidad para ofrecer alguna alternativa a los problemas que enfrenta la sociedad.
Hace unos días Cynthia López Castro, presidente de la Comisión de Educación de la Asamblea del Distrito Federal, que es priísta y si bien no es Carmen Salinas claro que pudiera serlo, afirmó que la Asamblea Legislativa tendrá que revisar el presupuesto que se asigna a la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), porque su costo es muy alto en relación a su rendimiento, además de ser un “semillero de políticos” y, finalmente, no es el tipo de institución que requiere la capital del país. Peores tonterías juntas es difícil encontrar. (Bueno, hay otras como decir que la fe y los rezos hicieron que el huracán Patricia pasara del nivel cinco plus a tormenta tropical).
Con el neoliberalismo se impuso la aplicación de conceptos utilizados en la producción de mercancías a la educación; así, la productividad, la calidad, el rendimiento o la relación costo/beneficio, entre otros, comenzaron a ser de uso común en el proceso educativo, como si las escuelas fueran una especie de fábricas de clavos. Hoy, se pretende medir la productividad de la educación de acuerdo al número de alumnos por profesor, de manera que entre más estudiantes tenga un docente mayor productividad. Con este parámetro, la educación básica es la de “mayor rentabilidad social”, pues hay grupos en primaria con 50, 60 alumnos y más por un solo profesor; esa rentabilidad va disminuyendo hasta llegar a la universidad, donde los alumnos por profesor no son tantos como en la primaria, de ahí que en tanto no hay beneficio social sino individual, se proponga la privatización de la educación superior para que quien recibe el beneficio (el estudiante) pague (invierta, le dicen) en su formación profesional que lo habrá de beneficiar a él y sólo a él.
Pero en algo tiene razón la priista Cynthia López: la UACM es semillero de políticos, pero que institución de educación superior no lo es. Si serlo es motivo de condena, de clausura o de reducción de presupuesto, desaparecería todas las universidades –las públicas y las privadas–, lo cual seguramente haría dichosa a doña Cynthia, quien seguramente siguió el consejo que alguna vez le diera Vicente Fox a una campesina analfabeta: “usted es feliz porque no lee” Lo que más bien debemos lamentar es que, a veces, asistir a la universidad no sirve de mucho, el propio presidente Enrique Peña Nieto, quien milita en el mismo partido que Cynthia, es abogado por la confesional y elitista Universidad Panamericana; Carlos Salinas egresó de la UNAM, Ernesto Zedillo del Politécnico y, actualmente, los egresados del Tecnológico de Monterrey, el CIDE y el ITAM forman la disciplinada y leal tecnoburocracia neoliberal que acapara los cargos en la burocracia dorada.
Pero a la señora presidente no le gusta que la UACM sea “semillero de políticos”, sin embargo, lo que en realidad, tal vez, no le guste son dos cosas: que esa universidad haya sido creada por Andrés Manuel López Obrador y el tipo de profesionistas políticos que de ella egresan: honestos, críticos y no controlables por el poder, al que sirve tan fielmente la presidente de la Comisión de Educación de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Finalmente, de manera desesperada dice Cynthia que la capital del país no requiere una institución como esa. Pero vale la pena, entonces saber que se estudia, que han estudiado los más de mil estudiantes titulados de esa institución creada apenas en 2001. Los estudios de grado y posgrado existentes se orientan al estudio de los sistemas de transporte urbano, el derecho crítico, creación literaria, derechos humanos, modelación matemática, ciencias de la complejidad, educación ambiental, estudios urbanos y otras más que ponen el énfasis en la vida urbana. ¿Entenderá la señora Cynthia López, la necesidad de una universidad así?