En 1913 apareció el libro La acumulación de capital, de Rosa Luxemburgo, generando fuertes polémicas sobre sus tesis centrales. El contexto socioeconómico y político del momento, así como la tensión por la dominación imperialista y la fuerza de los partidos socialdemócratas de esos años implicaba una unión casi indisoluble entre las propuestas teóricas y la acción práctica de la política.
A 100 años de su publicación, el debate ahí planteado trasciende el tiempo en que Rosa Luxemburgo aborda los problemas de la acumulación del capital, su continuidad y las posibles vías de su ruptura. Sigue hoy vigente en el debate la manera en que el capital logra reproducirse, el devenir del ciclo económico y, dentro de éste, la crisis y sus determinantes, sus vínculos con otros tipos de relaciones productivas, la intervención estatal y el militarismo, por mencionar algunas de las temáticas que la autora aborda en ese texto.
Las aportaciones políticas y teóricas de Rosa Luxemburgo cobran hoy plena vigencia en el análisis del capitalismo contemporáneo y en la definición de las vías por las cuales transita su transformación; por ello, el Coloquio Internacional “Rosa Luxemburgo y La acumulación de capital. Cien años de reproducción, crisis, organización y resistencia”, que tiene lugar en la Facultad de Economía de la UAP y que hoy concluye ha reunido a un nutrido número de investigadores, académicos y estudiantes de instituciones de educación superior de México, así como la participación de representantes de organizaciones sociales y políticas que han expuesto a partir de su historia las problemáticas en las que están inmersos ante el avance del capital y las nuevas dinámicas de la acumulación que busca apropiarse de sus territorios y despojarlos de sus formas de vida.
El capitalismo necesita, dice Rosa Luxemburgo, para su existencia y desarrollo, estar rodeado de formas de producción no capitalistas. Necesita como mercados capas sociales no capitalistas para colocar su plusvalía y a la vez constituyen fuentes de adquisición de sus medios de producción y son reservas de obreros para su sistema asalariado. Los fines económicos del capitalismo en su lucha con las sociedades de economía natural son: 1) apoderarse directamente de fuentes importantes de fuerzas productivas como la tierra, la caza de las selvas vírgenes, los minerales, las piedras preciosas, los productos de las plantas exóticas como el caucho, etc.; 2) “Libertar” obreros y obligarlos a trabajar para el capital; 3) Introducir la economía campesina y 4) separar la agricultura de la industria. (Luxemburgo, 1967 p 283 –284)
Sostiene que la esperanza de reducir al capitalismo exclusivamente a la “competencia pacífica”, es decir al comercio regular de mercancías, que se da como la única base de su acumulación, descansa en creer ilusoriamente que la acumulación de capital puede realizarse sin las fuerzas productivas y la demanda de las más primitivas formaciones. El capital no tiene, para la cuestión, más solución que la violencia, que constituye un método constante de acumulación de capital en el proceso histórico no sólo en su génesis, sino en todo tiempo, hasta el día de hoy.
La acumulación, según Rosa Luxemburgo, es imposible en un medio exclusivamente capitalista. De aquí nace, desde el primer momento de la evolución capitalista, el impulso hacia la expansión a capas y países no capitalistas, la ruina de artesanos y campesinos, la proletarización de las capas medias, la política colonial, la apertura de mercados, la exportación de capitales. Sólo por la expansión constante a nuevos dominios de la producción y nuevos países ha sido posible la existencia y desarrollo del capitalismo. Pero la expansión, en su impulso mundial, conduce a choques entre el capital y las formas sociales no capitalistas. De aquí que violencia, guerra, revolución, catástrofe, sean en suma el elemento vital del capitalismo desde su principio a fin.
En los últimos años hemos observado, y en algunos casos estudiado, las nuevas dinámicas que asume la acumulación disputando nuevos territorios y profundizando las formas de despojo que las poblaciones enfrentan en tiempos neoliberales y en ámbitos locales, a partir del impulso a nuevas actividades y bajo el discurso del desarrollo.
Es el caso de la minería en la Sierra Norte con los proyectos de muerte o los proyectos de infraestructura carretera o de desarrollos inmobiliarios, que buscan nuevos territorios en muchos casos rurales, de economías campesinas generando procesos de resistencias con el fin de conservar sus territorios y en defensa de sus formas de vida, frente al poder del capital y a su lógica de expansión y acumulación.