El gobierno federal pospuso la presentación de la iniciativa de la reforma energética para la siguiente semana, con el propósito de afinar el documento y realizar algunas correcciones. Aunque el debate ya se abrió en términos de modernización–privatización, se espera el envío de la iniciativa para valorar la esencia y magnitud de la reforma, que permitirá profundizar el debate no sólo en el Congreso, ni en los medios de comunicación, sino en las calles. La convocatoria ya existe, a nivel nacional el 8 de septiembre en la Ciudad de México y en Puebla la Marcha en Defensa del Petróleo está convocada para el 1 de septiembre, a las 10 a.m., saliendo desde El Gallito. El movimiento social que se opone a la privatización del patrimonio de todos y cuyo mayor ámbito de expresión será la calle, defiende su modernización y está consciente de la corrupción que priva en empresa y sindicato, reclamando también el saneamiento de sus finanzas que le permitirán a la paraestatal poder desarrollarse, rehabilitar las plantas e invertir en las tecnologías que requiera.
Hoy hay nuevos elementos en la discusión de los que existían años atrás, que no sólo competen a México sino que son parte de los cambios a nivel global en materia energética, por ejemplo el gas shale o de esquisto, a partir de nuevos yacimientos encontrados, todavía poco dimensionados. Dicho gas shale es la denominación del gas natural que se encuentra en yacimientos de esquisto. El esquisto es “una roca metamórfica producida cuando sedimentos ricos en arcillas son enterrados profundamente en la corteza terrestre”; ha sido llevado a zonas más profundas de la corteza, a mayor presión y temperatura, que permite que la transformación de los minerales arcillosos y el grado de compacidad alcanzado por la roca sea mayor. Es por lo tanto, de baja porosidad y permeabilidad. Se diferencia del gas convencional por su ubicación y profundidad (roca almacén vs. roca madre en el caso de gas shale) y por las técnicas extractivas que se emplean. Existen, según los especialistas, dos técnicas que se combinan para su extraccióne: la fractura hidráulica, también conocida como “fracking”, y la perforación horizontal. En el caso de la primera, consiste en la inyección de una mezcla de agua, arena y productos químicos varios a alta presión para provocar fracturas en la formación geológica de baja permeabilidad.
Estas fracturas permiten que el gas fluya más fácilmente hacia el pozo de producción. Se suelen utilizar unos 10 mil metros cúbicos de agua por cada pozo, de la que se recupera entre 60 y 80 ciento. Por su parte, la técnica de perforación permite realizar pozos de mil a 3 mil metros de sección horizontal, a lo largo de la cual se crean las fracturas en diferentes etapas. La perforación de múltiples pozos horizontales desde una única ubicación en superficie permite una optimización de los costos, a la vez que se minimiza la huella en superficie. Además de proporcionar un contacto mucho mayor del pozo con la capa donde se encuentra el gas.
Estados Unidos y Canadá son los países que cuentan con mayores reservas de gas y que con más intensidad las están explotando. El crecimiento de la producción de gas shale en Norteamérica de los últimos años se explica fundamentalmente por dicho gas. En Europa los mayores yacimientos se encuentran en Polonia y Francia, pero mientras el primero está permitiendo las primeras perforaciones, el gobierno francés ha prohibido de raíz la fracturación hidráulica. En España se están realizando prospecciones en Cantabria y en el País Vasco. En México todavía no inicia la discusión de la reforma energética y en el mundo ya se gesta un movimiento ciudadano contra la proliferación y la extracción del gas shale, que combina la inyección de agua, arena y algunos químicos a altas presiones para fracturar las rocas y liberar el gas. Los costos son bajos, pero la cercanía de los sistemas de extracción con las zonas urbanas y con zonas de recursos naturales vitales, como depósitos de agua, ha preocupado a las poblaciones que colindan con dichas extracciones, por las afectaciones que pueden desprenderse. En fin, otro tema para la reforma energética.