Hasta ahora las famosas reformas estructurales no han dado resultados en términos de cerrar la brecha entre ricos y pobres, sería ingenuo suponer que la energética y fiscal contribuyan a mejorar la distribución de la riqueza, el problema sigue siendo la apuesta por el modelo económico neoliberal, bajo la premisa que el mercado en sí mismo resolverá los grandes problemas sociales de México, caminamos al precipicio económico.
La reforma laboral, la de telecomunicaciones, la de educación y las que serán aprobadas en los próximos días como la energética y la fiscal, no asegurarán un mejor porvenir para los mexicanos, hasta ahora el viento triunfalista del gobierno federal no ha podido generar ni los empleos, ni la atracción de inversión extranjera directa; peor aún, el gobierno tuvo que anunciar que las expectativas de crecimiento económico serán menores a lo pronosticado al inicio de 2013. Se alcanzará apenas el 1.8 por ciento.
Al respecto de la reforma laboral, que si bien se aprobó en los últimos días de la docena trágica panista, es obvio que ésta contó con el aval del PRI y del entonces presidente electo, la misma, según nos dijeron, sería un incentivo sustantivo entre la clase empresarial que ante un escenario favorable en los procesos de contratación laboral, invertiría millones de pesos y, en su caso, dólares, que aumentarían la productividad y la competitividad tanto de las empresas como la de los trabajadores. A prácticamente 10 meses, el resultado es que no han llegado las grandes inversiones, se mantiene la precarización del trabajo, la tasa de desempleo no disminuye, la ocupación en la economía informal sigue creciendo, los trabajadores ganan menos que hace un año y los ingresos siguen perdiendo poder de compra.
La reforma laboral no impacta porque no está anclada en un modelo de economía mixto, como buenos tercos siguen insistiendo que la oferta y la demanda resolverá los problemas de salario, ingresos, empleos y capacidad de compra. La gente gana menos de lo prometido por el ahora presidente de México, ¿ganar más?
Para el caso de la reforma educativa y las leyes secundarias aprobadas, ninguna de ellas ha logrado impactar en la calidad de la enseñanza, el problema es que confunde educación pública con mercado educativo, por ende no se ha discutido seriamente que una de las maneras más viables es realizar una cirugía mayor al sistema educativo mexicano para regresar a un modelo de educación nacionalista donde la educación pública sea una inversión para desarrollar capacidades en los niños y jóvenes que fortalezca al Estado nacional mexicano, es obvio que automatizar a los alumnos para el mercado global es y será por ahora una fantasía neoliberal, la sacudida debe pasar por los maestros, pero también por los burócratas de la educación, así como por hacer una limpia en los sindicatos, tanto del SNTE como de la CNTE, acabar con la corrupción que está incrustada en ambos gremios, el problema no se resolverá con la evaluación docente, ésta es necesaria, pero debe ser acompañada por discutir y rehacer a partir de nuevos diseños curriculares, planes y programas cambiando contenidos, abandonar de forma gradual la educación por competencias, como está pasando en Europa y en Estados Unidos, construir mejores instrumentos para medir la calidad educativa de los alumnos: PISA, ENLACE, cobertura, eficiencia terminal no asegura que se estén formando personas pensantes, críticas y constructivas que destaquen por su contribución por su país.
En el caso de la reforma de telecomunicaciones, aún se mantiene el duopolio televisivo con influencia en la televisión de paga, si bien se espera que haya mayores alternativas, hasta ahora no hay nuevas cadenas, por ende se mantiene el control de la información con efectos en la formación de opinión pública informada, nos sigue dando barras programáticas de países subdesarrollados, entrenamiento estúpido.
De seguir con esos resultados, ¿por qué deberíamos esperar que la reforma energética y la fiscal sí van a detonar el crecimiento económico y la generación de empleos?