La entrega de los servicios públicos es la forma en que la burocracia a nivel de la calle se relaciona con los ciudadanos. Es común que ésta se comporte como si estuviera haciendo un favor a quienes pagan impuestos y los sostiene.
El corporativismo creó una cultura en que lo más importante es pertenecer a un grupo, sea éste un sindicato, un partido o un grupo de presión. El comportamiento queda sujeto a la lealtad no al servicio para el que son creadas las instituciones.
Así es que es común que quien atiende el sistema de educación pública, considere a los padres de familia como subordinados a las necesidades de los profesores o de las escuelas y dependiendo de ello sea el trato.
En el caso de los sistemas de salud ocurre una situación similar. Sin que exista diferencia si se trata de sistemas de asistencia social o de seguridad social. Los médicos en particular establecen una relación de superioridad.
De ahí que cuando la población recibe un servicio profesional, amable y respetuoso, llame la atención. Muchas personas que contaban con credencial del INE cuya vigencia terminó en 2020, se ven en la necesidad de renovarla.
El problema es que la demanda es tan grande que en algunos lugares no existen posibilidades de agendar una cita, ¡hasta el 2022! Por lo que el servicio se ha canalizado hacia aquellos distritos no congestionados.
Lo primero que destaca es la información que se proporciona a nivel telefónico. Lo segundo y más importante, la atención que se ofrece en los módulos. Los trabajadores del INE se distinguen porque cambian la relación y tratan a las personas como ciudadanos.
Hace tiempo se registra un cambio similar en las oficinas de las delegaciones de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Es la diferencia entre contar con un servicio profesional y no seguir dependiendo de relaciones de compadrazgo.