En la construcción del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), la Magna Charta Universitatum (1988) establece: “En las universidades, la actividad docente es indisociable de la actividad investigadora”.
En los albores del siglo XX, la Subsecretaría de Educación Superior e Investigación Científica de la SEP implementa el Programa de Mejoramiento del Profesorado (Promep) con la finalidad de elevar el nivel de habilitación de los profesores universitarios.
En ese momento es la única vía para mejorar la calidad de la educación superior universitaria, ya que la expansión registrada en la década de los setenta transforma en profesores a recién egresados de la licenciatura.
Esta acción fue acompañada de dos estrategias: la organización matricial de la oferta educativa y la distribución de los tiempos para que los profesores se dediquen a la producción de conocimiento vía la investigación científica.
Con recursos suficientes son becados una gran cantidad de trabajadores académicos. Los que realizan estudios de posgrado en universidades extranjeras. A su retorno se organizan en cuerpos académicos.
En tanto, los posgrados que ofrecen las universidades de los estados se fundan con maestros visitantes. Estos son profesores que llegan a dar su clase y se vuelven a sus instituciones de planta, donde han cimentado su prestigio.
Esta práctica provoca que la mayoría de profesores que se reincorporan, lo hace en programas de posgrado o centros de investigación. Pero dejan de lado a los programas de grado.
Con la nueva reforma o cambio en la ley de Ciencia y Tecnología sería importante que la membresía del Sistema Nacional de Investigadores incluya como características: poseer el título de doctor, la habilitación para dirigir investigación, ser un enseñante asociado a tiempo completo, formar parte de un equipo de investigación y, en ciertos casos, poseer una experiencia profesional demostrable.