¡Ay Morena!, pobre de ti, en menos de ocho años te estás convirtiendo en lo que tanto criticaste y luchaste, y que generaron tu parto. Quienes te integran, están haciendo lo mismo y hasta “mejorado”, que en tan poco tiempo, ya igualaron o superaron al viejo PRI.
El ejercicio personalista del poder, las prácticas de clientelismo electoral, la férrea disciplina de sus legisladores, alcaldes y todos sus representantes populares y partidista a la voz gobernante, son los genes de prácticas políticas y electoreras que caracterizaron al tricolor.
Todas esas fueron condenadas por Morena, pero que están siendo trasladadas a ese partido y que pueden llevarlo a convertirse en el PRI de la actualidad, aderezadas con algunas prácticas como la creación de tribus, grupos clientelares que existieron en el PRD o el manejo cupular del PAN.
Y de democracia interna mejor ni hablamos, porque parece que no existe.
Lo anterior quedó evidenciado el pasado fin de semana, cuando las huestes de Morena vivieron, dicho por ellos mismos, una elección interna de Estado.
En medio de señalamientos por la compra de votos, hasta 2 mil pesos, por ejemplo, para que el hijo y la nuera y operadores del ex gobernador Alfonso Sánchez Anaya fueran electos como consejeros; el acarreo y coacción a los votantes, así como la promesa de empleo y de programas sociales, fueron la constante para que algunos funcionarios o alfiles del poder, resultaran “ganadores” de su elección.
No hubo ni recato ni empacho al aceitar la maquinaria electoral de las viejas prácticas; ahí está el caso del encargado de la dirigencia de Morena quien, desde su posición, utilizó las estructuras para convertirse en el morenista mayor votado de la contienda; él, más que nadie, sabe que eso es una quimera.
Las viejas prácticas de servir y ser, serviles al poder, se están replicando, en un instituto político que se dijo distinto a los demás, pero que nos da muestra de ser, por desgracia, más y lo peor, de los mismos.
¡Ay Morena!, en unos cuantos años, para ser exactos ocho, te estás constituyendo en el PRI de este siglo, con prácticas priistas añejas, propias del siglo pasado, las cuales hicieron mucho daño a la vida política, electoral, social y económica al país. Quizá estamos siendo testigos del parto de un nuevo PRI.