Viernes, abril 26, 2024

Supercopas y… ¡Ganó el Puebla!

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Durante le partido del Puebla contra el Atlante en el estadio Cuauhtémoc ■ Foto José Castañares
Durante le partido del Puebla contra el Atlante en el estadio Cuauhtémoc ■ Foto José Castañares

Las supercopas son una derivación natural de la distribución de títulos de la temporada anterior y son tan antiguas como el futbol, aunque las denominaciones varíen según la época y el lugar. En Inglaterra, por ejemplo, el primer encuentro oficial de la temporada lo juegan los últimos ganadores de la liga y la copa más recientes, y el vencedor se lleva la Copa de la Leche, llamada así por el carácter benéfico de dicho encuentro, cuyos beneficios se destinaban a los pobres de Londres. Usualmente, este esquema se replica en cada país –en el nuestro bajo la denominación “Campeón de Campeones”, ya desaparecido pero que a muchos todavía debe sonarles. Y aplicado a las competencias internacionales de clubes, el choque entre campeones de liga y copa se implantó en Europa hacia los años 70 del siglo pasado, originalmente entre quienes hubiesen ganado la Copa de Europa (la actual Liga de Campeones) y el torneo de vencedores de copa, más conocida como Recopa; como esta última no existe más –ni en rigor la primera, cuyo formato cambió drásticamente–, la Supercopa se dirime entre el monarca de la Champions y el de la UEFA Europa League. De ahí el encuentro del viernes en Praga, que enfrentó al Bayern con el Chelsea. En otras palabras, a Pep Guardiola con José Mourinho, que nuevamente se quedó con las ganas de humillar al catalán.

Supercopa 2013. Partido intenso e igualado en todo, la lógica de su desarrollo condujo de manera casi natural  al desempate por penales. Como ambos entrenadores acaban de tomar posesión, sería exagerado decir que sus equipos reflejan ya de manera nítida los conocidos estilos y conceptos de ambos. Dicho lo cual, a nadie debe extrañar que la posesión de balón se haya inclinado claramente al lado del Bayern, o que los ataques más punzantes del Chelsea se produjeran en fulgurantes contragolpes, o cuando sus delanteros se adelantaban por sorpresa para apretar a la defensa bávara, que dio muestras de flaqueza, al contrario de la rocosa retaguardia londinense.

Los 90 minutos reglamentarios terminaron 1–1 tras muy buenos goles de Torres (8’) y Ribéry (48’), el primero empalmando una bolea a centro de Schürlle y el del empate en remate lejano pero muy esquinado del francés. Volvió a adelantarse el Chelsea a poco de iniciada la prórroga –Hazard, en gran jugada personal a los 93’– y cuando el telón estaba  a punto de caer, Javi Martínez se encontró con un balón a bocajarro y fusiló a Peter Cech, el hombre del partido hasta ese momento, un partido que los de Mou habían jugado con uno menos desde la expulsión por doble amarilla de Ramires (85’), lo cual determinó que el segundo tiempo extra se jugase casi todo en territorio británico, con los blues defendiendo muy atrás su gol de ventaja –logrado cuando jugaban ya diezmados– y los rojos cargando con más furia que lucidez contra el área de Cech, tan impotente ante el cercano remate del vasco Martínez como gigantesco en varias intervenciones previas, que hacían presumir que el trofeo tendría a Londres por destino.

Lukaku falla el penal decisivo. En los lanzamientos desde los 11 metros, las ejecuciones estaban siendo impecables (Alaba, Kroos, Lahm, Ribéry y Shaqiri por los germanos; David Luiz, Oscar, Lampard y Cole por los azules), hasta que en el turno final, el belga Lukaku entregó su flojo disparo a Emmanuel Neuer, que al embolsarlo dio la Copa al once bávaro.

Una historia, vale recordar, inversa a la de hace poco más de un año, cuando la final de la Champions la dirimieron en idéntica forma los mismos contendientes, sólo que con el resultado opuesto, al errar Schweinsteiger su tiro. Previamente, Robben había fallado un penal, y el viernes tampoco dio pie con bola, al contrario del imparable Frank Ribéry, por lo que Guardiola lo reemplazó por Shaqiri en el minuto 95. Lo que no impidió que se siguiera presenciando un duelo entre iguales, incluso con mayores peligros para Neuer –hubo inclusive un remate al larguero de Ivanovic, estando ya 11 contra 10–, hasta que en el cuarto de hora final el Bayern definitivamente se volcó sobre el área inglesa y tocó a Cech el turno de convertirse en héroe. Un héroe que, paradójicamente, saldría del campo derrotado.

Barça gana con muchas dudas. Otra Supercopa, la de España, se dirimió igualmente esta semana. La obtuvo el Barcelona sin convencer a nadie ni conseguir derrotar al Atlético de Madrid, con el que empató a uno en el Calderón (primer gol de Neymar) y a cero en Camp Nou. Un resultado –por paradojas no paramos– del que acaso haya salido más fortalecido anímicamente el cuadro colchonero, que demostró saber exactamente a qué juega y tener elementos de sobra con qué sostener y dar sentido a la propuesta de Simeone. Al contrario del Barça, a medio camino entre su prolijo rondo y el híbrido mensaje del Tata Martino, que pugna por un juego más directo como fórmula mágica para romper la frecuente cerrazón de sus rivales. En medio de esa confusión, Messi fue de los más incómodos y prácticamente no se vio, como tampoco Neymar, que flotó sin rumbo ni energía. Tampoco se notó Iniesta, pero porque Martino lo mantuvo 72 minutos en la banca, y cuando por fin entró –el clamor popular lo exigía a coro– no encontró un lugar en medio del caos. Nunca el Barcelona se vio más espeso –no creó ni una sola ocasión clara de gol, al contrario de Atlético, que dispuso de varias e hizo de Víctor Valdés la figura del encuentro–, y cuando los colchoneros jugaban ya con nueve, tras dos expulsiones bastante rigoristas (Filipe y Miranda), Messi estrelló un penal en el travesaño para completar su pésima noche.

A ese paso, el beneficiario más probable será el Real Madrid. Aunque, claro, habrá que esperar el curso de la temporada para comprobarlo.

Por cierto. Los merengues se siguen armando, y confirmada quedó la contratación del galés Gareth Bale, por el que Florentino Pérez soltó una disparatada millonada, cercana a 100 millones de euros. El Madrid tiene ahora un medio campo sobrecargado y un equipo excesivo en todo, incluso en estrellas cuyo manejo será el principal reto que afronta Ancelotti.

Por lo demás, contrataciones así de inflacionarias en nada contribuyen a la equidad deportiva ni al saneamiento de las finanzas que la UEFA se dice dispuesta a promover.

Vela incandescente. En el terreno puramente futbolístico, la semana se la llevó el golazo “maradoniano” de Carlos Vela al Olympique de Lyon, que contribuyó a meter a la Real Sociedad en la Champions que arranca el próximo 17 de septiembre. En realidad, el quintanarroense –que anotó los dos tantos en la victoria en Anoeta sobre los franceses– viene siendo desde hace tiempo el faro de luz que guía y gradúa los movimientos del once donostiarra, pues está convertido en un tiempista de magnitud estelar, uno de los mejores de Europa en este momento. Tanto que hay quienes se preguntan qué estarán pensando Arsene Wenger, que tanto tiempo lo mantuvo en la banca del Arsenal y finalmente lo dejó ir. A esto, conviene recordar que la maduración de Carlos ha sido lenta, y que tuvo que pasar por varios equipos –Salamanca, Osasuna, West Bromwich y alguno más– antes de hacerse de un puesto titular y dar el estirón definitivo.

Lo que no ha variado es su negativa a integrarse al Tri. Muchos lo atribuyen a desavenencias con el Chepo, pero todos estamos de acuerdo en que hay mucho de comodina soberbia en la decisión de Carlitos. Lo cual es una lástima, estando la selección en la delicada tesitura en que actualmente se encuentra. Aunque, a este respecto, sigo pensando que, aun sin Vela, calificará para el mundial.

Sorteo de la Champions. La rifa efectuada el jueves en Mónaco arrojó cuartetas muy equilibradas pero ninguno de los llamados grupos de la muerte. La Real Sociedad de Vela debuta el próximo martes 17 contra el ucraniano Shaktar, y contenderá luego con el Bayer Leverkusen y el Manchester United, que es el tigre del grupo A pero sigue sin convocar al Chicharito. El otro mexicano involucrado sería Jonatan dos Santos, aunque su participación con el Barça es aún más dudosa. Los blaugranas están en el grupo de H, con Milán, Ajax y Celtic, tres grandes en declive.

Desvanecimiento del maleficio. Ayer, en el Cuauhtémoc, lo peor, la entrada; lo mejor, la salida. El Puebla había jugado como lo viene haciendo, sin distinción de entrenadores. Pero ganó. Bastó un gol de Alustiza, a los 57’, para romper el maleficio y hundir al Atlante en las cloacas que desembocan en el descenso. Repasadas las alineaciones y visto el ritmo cansino del juego, aquello parecía un encuentro del Puebla contra Amigos de Maradona, o cuando muy acá de Palermo: Chango Moreno, Walter Erviti, Roberto Nanni… sólo faltaban un Solari o un Burrito Ortega para redondear tan amable sensación. Como sea, la ventaja sobre el colero se amplió en tres puntos, pero la gente tuvo razón en abstenerse de asistir.

Lo que significa que la franja ha ensanchado la brecha que lo separa de su víctima de ayer, mientras un intenso olor a Primera A se cierne sobre las soleadas playas de Cancún.

Que se amuelen. En un país ocupado en el minucioso exterminio de la clase media, la televisión de paga decidió aportar lo suyo. Resultado: la Premier y la Bundesliga desaparecieron de las programaciones acostumbradas –excepto si usted tiene con qué pagar Sky–, como hace ya bastantes años había pasado con la liga de España. Sobreviven, por ahora, partidos de los torneos de Holanda, Francia, Italia, Brasil, Argentina y Portugal. A lo mejor si nos hubieran obsequiado con este menú hace 10 años estaríamos botando del gusto. Pero hoy por hoy, basta con asomarse a cualquiera de ellos para coincidir con el insigne Calderón de la Barca: efectivamente, la vida es sueño.

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