Solo las Leyes de Reforma proclamadas a mediados del siglo XIX pudieron cancelar realización de la llamada procesión del viernes santo, posponiéndolas durante más de 130 años en Puebla, como ocurrió esta vez con el coronavirus que suspendió el acto religioso programado para el próximo 10 de abril.
Dictaminadas en 1859, la legislación consistió en una serie de normas proclamadas después del triunfo de la Revolución de Ayutla en las que se planteó principalmente la separación de la Iglesia y el Estado.
“Aquí en Puebla sí se cumplieron las Leyes de Reforma; solo ellas pudieron suspender la procesión desde 1861”, afirmó durante una breve entrevista el arqueólogo y cronista Eduardo Merlo Juárez.
Refirió que fue en 1861 hasta 1992, es decir, durante 131 años, fue cancelado este acto instaurado en un inicio en época virreinal mismo que luego fue rescatado por un grupo de religiosos y universitarios en la década de los 90 del siglo anterior.
Con ello, refirió Merlo Juárez, se tiene claro que no fue el cólera, la peste o la Influenza H1N1 que en 2010 asoló a la población de manera mundial, los que causaron que la iglesia Católica cancelara actos públicos como la llamada semana mayor.
Más bien, recordó que catástrofes, pandemias y crisis sociales eran momentos que llamaban a la población a expresar su religiosidad.
En ese sentido, la historiadora Rosalva Loreto refirió a lo ocurrido en Puebla y otras ciudades novohispanas: la epidemia de matlazáhuatl de 1737.
Dicha epidemia, contó, fue un brote que las investigaciones contemporáneas determinan como tifus o peste, afectando al entonces Virreinato de Nueva España desde agosto de 1737 hasta 1739 siendo una de las más mortíferas de dicho periodo histórico y uno de los momentos críticos para la sociedad novohispana en el siglo XVIII.
“(Con hechos de este tipo) sucedía lo contrario: la población salía a hacer procesiones para que su santo patrono saliera a aminorar el mal”, contó la académica de la UAP.