Viernes, abril 26, 2024

Malintzin, un espejo de la vigencia del patriarcado y el colonialismo: Yásnaya Aguilar

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Para la lingüista mixe Yásnaya Aguilar es necesario volver a cuestionar la figura del Malintzin, pues hacerlo pone en tela de juicio el patriarcado y el colonialismo actual al ser ella un espejo que evidencia su vigencia: como una amante de Cortés, una lectura del amor romántico que prefiere al otro y configura la traición; y cómo una mujer indígena que tiene un papel menos importante con una etiqueta de la que deriva el malinchismo, encarnando todo lo que no debe ser.   

 Al participar en el ciclo de charlas del Museo Amparo denominado Las nuevas visiones de la conquista, coordinadas académicamente por Federico Navarrete, la miembro del Colectivo Mixe señaló que volver a reconfigurar la historia de Malintzin y ponerla en un papel fundamental, es modelar, modular y devolver la mirada nativa que veía la fuerza en la figura de Malintzin, y no en la de un extraño como era Cortés. “Las palabras con las que se dieron los hechos fueron las de una mujer que ahora sería concebida como indígena; la voz que moduló esos hechos es la voz de una mujer y eso se ha tratado de ocultar con lo patriarcal que enmudece su voz con la categoría traidora”, expuso. 

Como parte de su charla En clave Malintzin: lecturas de eso que llamamos conquista refirió que su acercamiento era el de una mujer indígena de la actualidad que ha encontrado en una mujer indígena del pasado las posiciones que se pueden encontrar hoy en otras mujeres. Ello, porque su figura refleja las operaciones y prejuicios que se tienen desde hace 500 años. Así, hablar de una mujer que existió, es hablar de una figura histórica con vivencias concretas y con las significaciones que tuvo en la construcción de la idea de México. 

Aguilar continuó que una lectura desde las mujeres, femenina, sobre lo ocurrido hace 500 años, gira en torno a una persona que no tiene tantos elementos históricos pero que es fundamental. Sobre todo, por la manera en que se han narrado los hechos, en particular de la caída de Tenochtitlan, que ha sido desde el Estado mexicano que es masculino, patriarcal y lineal.  

La autora del libro Ää: manifiestos sobre la diversidad lingüística, publicado en 2020, dijo que la principal clave de lectura sobre Malintzin se da con prejuicios: como una intérprete de Hernán Cortés de quien fue su amante, que se alió a los conquistadores y por tanto es una traidora de lo indígena, y de cuyo nombre propio deriva un concepto fuerte como es el malinchismo. Mientras que desde una revisión feminista, a Malintzin se le concibe como una víctima que fue violada y secuestrada, que no tenía opciones para elegir. 

“La historia oficial habla de una mujer seductora, sensual, que traiciona y prefiere al hombre blanco; y por otro lado, es una víctima absoluta. Entre estas dos, lo que se media es complejo, un relato en el que ha sido relegada, algo que es una gran injusticia hacia su figura. Incluso, el tratamiento de intelectuales como Octavio Paz ha sido desde un punto de vista misógino. Las distorsiones en torno a Malintzin no son gratuitas al ser mujer”, apuntó. 

Yásnaya Aguilar mencionó que en las crónicas y fuentes Malintzin es presentada con un tamaño mayor que Cortés, pues ambos se ven como una unidad, ya que su nombre es también para Cortés y ambos son Malinche. Asimismo, que las representaciones actuales como las danzas de Malinche, de Conquista o de la pluma en Oaxaca, el personaje ocupa a un lugar de respeto y no es una traidora, sino que está adornada y no es despreciada. 

“Hay una narración encriptada en las danzas que no está en la narrativa del Estado. La manera en que vemos lo sucedido y a Malintzin son como lentes colocados por el estado. Hay que ponernos diferentes lentes en un ejercicio de reflexión. Estamos escuchando una sola voz institucionalizada, el relato ha sido patriarcal y muestra la posición de las mujeres en la actualidad que ha sido subalterna, montada en el relato del amor romántico”, sostuvo. 

En ese sentido, dijo que Estado mexicano ha puesto varios lentes que tienen sus propios efectos. Primero, nombró el efecto México Tenochtitlán que toma a Malintzin como una mujer traidora, pues el México actual viaja al pasado y renace como Tenochtitlan, y no se identifica con otros pueblos indígenas, sino que sólo es Tenochtitlan, y todo lo que atenta contra ella, atenta contra México. 

El otro efecto, continuó, es el patriarcal, algo que llega con el colonialismo y se refleja en la opresión hacia las mujeres y su conocimiento. “Al llegar aquí, en medio de relaciones complejas, se reconfigura y en las narrativas sobre el papel de otras mujeres –de la nobleza tlaxcalteca, por ejemplo- la lectura no sitúa su papel, sino sólo a través del lente colonialista y patriarcal, en donde Malintzin solo es sexualidad y existe por Cortés”. 

Los lentes con efecto prehispánico, en cambio, hacen ver que todo lo que sucedió es histórico y en él se crea la categoría prehispánica que dice que no ha habido otros hechos relevantes antes de la conquista. En él, no se historiza el papel de las mujeres sino que es un bloque homogéneo que no tiene una estructura temporal interna y solo hay dos momentos: el prehispánico y el hispano, algo que da un congelamiento de los pueblos y de las concepciones de las mujeres.  

Otro efecto, refirió Aguilar, es sobre el asunto México y España, como si el régimen colonial fuera entre dos países cuando el establecimiento del orden colonial es un hecho que no es de dos países, que por cierto no existían como tal, sino que es algo reconfiguró el mundo y en donde lo blanco fue considerado como más alto en la jerarquía de los pueblos.  

Denominó que un efecto más, el efecto Malintzin, subordina a las mujeres pues es el hombre quien tiene la tierra, a la par que romantiza su sujeción, traslada su narrativa y subestima la estrategia de subversión que tuvo, concebida como una capacidad de rearmar la resistencia que está presente siempre. 

Yásnaya Aguilar concluyó que el orden colonial hace actual lo sucedido hace 500 años, pues si la reconfiguración geopolítica ya cambió, sus sistemas de opresión son actuales: el patriarcado con su machismo, el colonialismo con su racismo y el capitalismo con su clasismo. En esta relectura de la figura de Malintzin y de las mujeres hace 500 años alumbra cómo funcionan estos sistemas en la actualidad: el patriarcado que jerarquizara el género; el colonialismo que genera racismo y clasificación de los cuerpos; y el capitalismo que sigue en proyectos extractivistas sobre pueblos y mujeres indígenas.  

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