Viernes, abril 26, 2024

La rebelión de las barras

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Los seguidores capitalinos de las Chivas armaron un zipizape la noche del viernes a las puertas del hotel donde se hospedaron sus ¿ídolos…? Menudearon los insultos y pancartas contra la directiva, reproches a los jugadores, empellones y vidrios rotos. Y eso, hasta donde sé, no nunca había ocurrido en México. Sí lo del día siguiente en el Azteca, donde a la pesadez del partido (0-1 Chivas) se sumaron broncas entre las porras rivales con algunos detenidos. Pero detengámonos en lo inédito, lo sucedido fuera de ese hotel.

Como trasfondo, Querétaro. Eso descolocó de tal modo a los acomodaticios directivos de la Femexfut y la Liga MX que según todos los indicios resolvieron, ante lo que se les vino encima y precautoriamente, retirar su apoyo a las barras. Y allí ardió Troya. Lo que parecía una decisión encaminada a combatir frontalmente la barbarie desatada –aunque tenga también su cuota de oportunismo tras los números rojos de la pandemia- desató la ira de los pandilleros contratados como “grupos de animación”. Hay reportes de protestas más o menos violentas en Toluca, Monterrey y ahora la porra chiva de la capital. Y lo que falte.

Como la parábola de la serpiente que se mordió la cola.

El Puebla, de regreso. La nota buena de la semana fue el 0-1 de la Franja en León. No hablemos del partido –lleno de faules y expulsiones, de empellones y malos modos-, mejor recordar el estupendo y oportunísimo gol de Aristeguieta (43´) y el empeño del equipo por recuperar el tono que se le andaba extraviando. Si hubo factores favorables –el once contra diez a los tres minutos, los remates a bocajarro que falló de Mena, la baja forma de un León irreconocible-, ninguna culpa de ello tiene el Puebla. Otras veces la suerte nos jugó en contra. Lo importante era romper la racha de dos puntos en cuatro partidos, su efecto psicológico sobre un grupo humano por diversos motivos ejemplar.

Y ahora, a cerrar fuerte el torneo, larcamoteros.

Gol de Freddy Rincón.Hubo un momento, mediada la segunda mitad, en que la Alemania insólitamente pulcra y autosuficiente de los partidos anteriores dio paso a su versión más rústica, la del cuerpeo inclemente y el puntapié al hombre. Mas aunque el árbitro irlandés fue permisivo, la portería de Higuita no caía.

Cayó a falta de un minuto de juego gracias al ingenio de Littbarski, un alero diestro a la antigua, que había ingresado por cambio y supo colocar su remate desde cerca en el ángulo cuando en el reloj restaba apenas nada. Lo suficiente para que Valderrama reordenara a su gente, pusiera la pelota bajo la suela, se apoyara de ida y vuelta en Fajardo y proyectara contra el área germana a Freddy Rincón. Y resultó de una rareza deliciosa ver a par de alemanes –Berthold y Buchwald- dándose torpemente la vuelta para intentar perseguirlo, cuando ya era Freddy una especie de potro desbocado con el olor del heno fresco perfumándole los hollares. Y antes de que nadie le diera alcance, mediante suave golpe de empeine, impulso la pelota entre las piernas de Bodo Illgner cuando éste intentó una salida desesperada, del todo inútil frente a ese monumento al gol que daba el empate a Colombia y con él el pase a octavos de final.

Los cafetaleros no llegaron más lejos por culpa de las excentricidades de su arquero, pero esa tarde, en el Giussepe Meazza, un equipo inequívocamente sudamericano enseñó cómo un balón se le puede convertir en minúscula pastilla de jabón a otro tan europeo, poderoso y compacto que pocos días después se proclamaba campeón del mundo.” (Reiba, Horacio. Baile de marcadores mundialista. Edit. BUAP. México, 2014. pp. 41-42). El partido de referencia se jugó en Milán (19.06.90).

Freddy Rincón Valencia, nacido bajo el signo de Leo en Buenaventura, Colombia, el 16 de abril de 1966, falleció el pasado miércoles 13 de abril en el sanatorio de Cali donde se encontraba hospitalizado a raíz de un accidente de tráfico sufrido la madrugada anterior.  Fue un centroatacante extraordinario que llegó a jugar en el Real Madrid, el Nápoli y el Corinthians. Y lo convirtieron en leyenda del futbol mundial los dos golazos del humillante 0-5 de Colombia sobre Argentina en el estadio de River (05.09.93) durante la fase eliminatoria del mundial EU 94 (05.09.93).

El pacto del Madrid con la orejona. Increíblemente, el equipo blanco libró otro obstáculo aparentemente insalvable y está en semifinales de la Champions. Si en Londres Benzemá fue verdugo del Chelsea, en el Bernabéu la visita los estaba apabullando. Los blues impusieron su autoridad desde el minuto uno, superaron y encajonaron a un Madrid sin respuestas y nada más empezar el segundo tiempo habían conseguido la igualdad (goles de Mount a los 15´y Rüdiger a los 50´). Y parecía cuestión de tiempo que cayera el tercero, tal era la diferencia entre uno y otro equipo. La llegada a la red del remate cruzado de Marcos Alonso se invalidó por una mano apenas perceptible, pero a los 75´ ya nada evitó que Timo Werner, mediante notable maniobra individual, desnivelara en favor de los de Tuchel. No sólo no se veía cómo podría el Madrid sobreponerse a la goleada, es que ésta a punto estuvo de consumarla Kanté con un frentazo a bocajarro que Courtois desvió milagrosamente (77´). Y el gringo Pulisic malogró dos oportunidades espléndidas al errar remates con la portería abierta y los merengues reducidos a la condición de meros espectadores.

¿Cómo fue entonces que se operó el milagro? Todo fue cosa de la vieja guardia madridista, con matrícula de honor para Courtois y, sobre todo, Modric. El croata, en derroche de tenacidad y maestría, fue eje, sostén e inspiración del equipo; y por si fuera poco, firmó el servicio en profundidad, medidísimo, quirúrgico, que Rodrygo cazaría ante el arco de Mendy (80´) para devolver a la vida a su equipo. Con el global 4-4 El Madrid resistió hasta los 90´ y, en la prórroga, la dupla Vinicius-Benzemá volvíó a hacer de las suyas, como en Stanford Bridge. El francés no había estado en su noche, fuera de distancia, sin encontrar su lugar y hasta errático con el balón, algo inusual en él. Pero, tocado como está por mano divina, acabaría erigiéndose en el héroe de la contienda. A los 96´ Rodrygo, muy activo desde su ingreso en reemplazo de Kroos, robó una pelota en mitad del campo, sobre la banda izquierda, y proyectó de inmediato a Vinicus; encontró éste vía libre, y tuvo la serenidad indispensable para otear la llegada de Karim y colocarle un bombón para que, mediante sólido frentazo, venciera por segunda vez a Mendy. Y así el Madrid, que había sido un muñeco en manos del Chelsea durante la mayor parte del encuentro, se hizo de una victoria que los isleños ya no tuvieron ánimos, aire ni piernas para discutirle. Confirmando que, tratándose de la orejona, la Casa Blanca posee una fórmula mágica que está por encima del futbol, los merecimientos de cada cual y todas esas fruslerías. Con un equipo muy disminuido en relación con sus versiones mayores, las históricas, esta vez fueron sus viejos ilustres incrustados en su nueva alineación –Courtois, Modric y Benzemá básicamente- fueron quienes pusieron el argumento y lideraron el pase a la semifinal, donde les espera el City de Guardiola.

El siguiente rival del Madrid, en la antesala de la final, será un Manchester City que es todo lo contrario: un club archimillonario que lleva años soñando con una Copa que no parece estarles destinada por nada del mundo. Además, su apurado 0-0 del miércoles en el Wanda Metropolitano –el Atlético de Madrid sólo buscó romperlo en el cuarto de hora final, y vaya que comprometió la estabilidad d ellos de Guardiola- ofrece serias dudas en cuanto al potencial actual de un equipo que, el sábado, fue barrido por el Liverpool de la Copa inglesa en semifinales (3-2).

¡Aúpa, Villarreal! Pero si lo del Madrid roza lo increíble, ¿qué decir de la reedición del mito David-Goliat a cargo del Villarreal? El equipo más modesto de la Copa echó a uno de los gallones, eterno favorito a la orejona. Y si la remontada del Chelsea en Madrid se veía, a priori, complicada, la verdad es que nadie esperaba que el Villarreal fuera a apear del torneo nada menos que al Bayern de Múnich. Cierto es que había conseguido una ventaja, mínima y ya inesperada, jugando en su terreno, pero mantenerla en el München-Arena se antojaba punto menos que imposible. Mas hete aquí que Unai Emery dio con la clave: defenderse con el balón, sin incurrir en el suicidio de encerrarse en su área dejándole toda la iniciativa al adversario. Sabía que no anda fino el once bávaro y que moverles la pelota los descoloca. Y a eso se dedicaron sus hombres. Incluso después que Lewansowski estableciera la igualada con un tiro de suerte (52´), y aprovechando de maravilla la escapada y el servicio cruzado de Gerard Moreno que Chukweze transformó en gol cerrando velozmente la pinza (88´).

En semifinales, los levantinos de Emery se las verán con el Liverpool, que eliminó al Benfica con global de 6-4 luego de la igualada a tres del miércoles en Anfield. Donde la audacia ofensiva de los lisboetas, ya sin nada que perder –los reds les estaban repitiendo el 3-1 de la ida-, puso en jaque a la pesada defensiva británica, y la voracidad goleadora del uruguayo Darwin Núñez impulsó a las Águilas hacia un inesperado pero merecido empate.

Fuera el Barsa. Con Xavi Hernández al frente, el Barcelona había experimentado un envió futbolístico y anímico cuya mejor expresión era el 0-4 del Bernabéu de hace tres semanas. Además, la Liga de la UEFA le hacía ilusión para salvar una temporada aciaga. No pudo ser porque se encontró con un Eintracht Frankfurt muy bien planteado, que fue al Camp Nou a desbaratar el empate a uno de la ida y llegó  a tener una ventaja de 0-3, absolutamente justificada: dejó que los catalanes pasearan pelota a placer y supieron lanzar dardos mortales al corazón del área de Ter-Stegen. Barsa se recompuso al final, sin tiempo más que para adecentar su derrota (2-3 el jueves para un 4-3 global).

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