A la LXII Legislatura local le quedan muy pocos días de vida, porque aunque su periodo fenece hasta agosto de 2018, la lucha electoral adelantará su ocaso, de ahí que lo que no hagan antes de finalizar este periodo de sesiones, ya no lo harán en el resto de su mandato constitucional.
Por eso, tiene razón el diputado priista Enrique Padilla, quien reconoce por fin que quizá nos les dé tiempo a ver materializado y en pleno funcionamiento todo el andamiaje legal que da vida y sustento al Sistema Estatal Anticorrupción del estado de Tlaxcala.
Y es que las aguas se empiezan a mover, y algunos ya buscan acomodo en esas mareas llamadas proceso electoral local y federal de 2018. En todos los frentes hay militantes o simpatizantes que hacen sus movimientos para ver cómo habrán de participar en la próxima contienda electoral. Los diputados locales son los más proclives a ello.
Prácticamente todos los actores políticos, con cargos principalmente, están haciendo sus estrategias. Quizá los únicos quietos son los alcaldes, porque a sus respectivos mandatos les quedan cuatro años, pero diputados locales, y legisladores federales y funcionarios, así como liderazgos partidistas andan en campañas plenas.
Los diputados locales andan en un activismo descomunal. Todos, ahora con las redes sociales, han hecho una estrategia para posicionar sus respectivas imágenes con la intención de contender por la reelección o en su caso, por un nuevo escaño en el ámbito federal.
A los nombres de Mariano González Aguirre, que buscará la senaduría, aunque quizá se conforme con la postulación a diputado federal, se suman otros tantos como el perredista Alberto Amaro Corona, quien también está en una permanente campaña en su afán de encabezar la fórmula al Senado del Frente Ciudadano por México. Pero a ellos se suman más de 15 legisladores que andan en las mismas.
Y en el ámbito federal las cosas no son distintas. Las tres senadoras y las tres diputadas federales de Tlaxcala, incluida Minerva Hernández Ramos y el legislador Ricardo García Portilla, andan más que movidos, en una loca carrera por ver qué agarran para asegurar su futuro electoral.
Por ello, todo lo que hagan tendrá una elevada carga política y sus acciones y determinaciones estarán pensado en la ganancia política que obtengan de ello, de ahí que el ocaso de sus mandatos ya empezó, y sus promesas de campañas vivirán el sueño de los justos y serán anécdotas cargadas de demagogia.