En una década, a partir de la tipificación del delito en la entidad, se han perpetrado alrededor de 105 feminicidios, de los cuales tres son investigados como tales, lo que refleja que en Tlaxcala es casi imposible acreditarlo, aseveró Edith Méndez Ahuactzin, directora del Colectivo Mujer y Utopía (CMU).
Adelantó que estos son algunos de los datos que arroja el diagnóstico del Observatorio Nacional del Feminicidio (del que el CMU forma parte) efectuado en Tlaxcala y en el que los municipios de Huamantla y Apizaco aparecen con el mayor número de casos.
El estudio, que será presentado próximamente, muestra sobre todo que el estado “es de los pocos que hace casi imposible” acreditar el delito de feminicidio “por la forma en que se encuentra tipificado, a pesar de las reformas realizadas”; además, puntualiza la situación actual y cómo se ha modificado su comportamiento, indicó la también activista.
Precisó que en lo que va del año se han contabilizado ocho feminicidios, cantidad derivada del seguimiento a notas publicadas en los medios de comunicación, los cuales los dan a conocer como homicidios, “en la misma lógica” –indicó- que la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE).
De ese número solamente uno, relativo al caso de Wendy N., la investigación se inició como feminicidio, lo que tiene que ver con la poca voluntad de las autoridades, al insistir en que la indagación se inicie como un homicidio. En esta lógica se pierden de inicio estas pruebas que lo acrediten, porque no hay una perspectiva de género, subrayó.
Estos ocho asuntos se han hecho públicos; sin embargo, cada año existe una cifra negra porque hay familias que no dan parte a las autoridades ni lo informan a los medios de comunicación, por lo que no se contabilizan. Hace algunos años –compartió- el CMU recibió algunos que no fueron visibilizados.
Manifestó que es preocupante que el discurso institucional los minimiza y compara la situación de Tlaxcala con la de otras entidades; “pareciera que las autoridades no han logrado identificar que el feminicidio es el resultado de toda esta violencia sistémica, estructural y cultural”.
Hay casos que evidentemente son feminicidios, pero falta capacitación y sensibilización a las autoridades para entender las causas por las que las mujeres son asesinadas y la forma en que sus cuerpos son hallados, comparativamente con los homicidios de hombres, dijo.
“La violencia social afecta de manera distinta a uno y otro sexo; por ejemplo –citó- en el feminicidio de la mujer asesinada a balazos y encontrada en el municipio de Zacatelco a bordo de su auto, pareciera que lo hacen pasar como un asunto de delincuencia organizada, por suicidio o deudas”.
Explicó que de 2012, cuando se tipificó el delito en el estado, a la fecha suman alrededor de 105 feminicidios registrados, pero la cifra podría aumentar en función de diagnósticos y de las respuestas que se obtengan de solicitudes de información en torno a muertes violentas contra mujeres.
Sin embargo, una gran deuda de las autoridades para con la sociedad “es que no ha habido una sola sentencia, pues solo hay alrededor de tres investigaciones como feminicidio (es decir nada más 2.8 por ciento del total) y se desconoce el estatus legal.
Acentuó que la armonización jurídica solamente ha quedado en la parte administrativa e insistió en que la ausencia de sanciones facilita la ejecución de este y otros delitos cometidos hacia este sector de la población.
“La violencia sexual ha incrementado y muchas desapariciones están culminando en feminicidio o en la no localización de las personas, lo cual nos pone a pensar que ellas están en otras entidades siendo explotadas sexualmente o que sus cuerpos están desaparecidos en otros lugares”.
De la estadística de este año –anotó-, aún se carece de datos que identifiquen a una mujer encontrada sin vida en Acumanala, pues sigue en calidad de desconocida, hasta el momento el CMU no ha detectado alguna nota o aviso en el que se informe que el cuerpo ya fue reclamado. Así hay otros asuntos similares relativos a años pasados.
Llama la atención que tres mujeres han sido localizadas en Yauhquemehcan, pues no todas eran oriundas de esa demarcación, pero “nos hemos enterado que la información no se da de manera completa, lo cual llama la atención en cuanto al manejo de esta por parte de autoridades y de los medios de comunicación, hay algunos casos en los que hemos podido conocer más de la situación real”.
Resaltó que la inseguridad “está en aumento en el estado y los municipios donde no se habían presentado estos hechos, ya los registran; algunos inician con reporte de desaparición, como el de Wendy N.”.
Esto –refirió la activista- hace pensar que las redes de desaparición que operan, y que estamos casi seguras que así es, tienen relación con el delito de trata, y al verse presionadas por el movimiento de búsqueda surgido en redes sociales y el realizado por familiares, han decidido quitar la vida a las mujeres.
“Estamos exigiendo a las autoridades que en este sentido vayan sus líneas de investigación, pues si lo dejan como homicidio, perpetúan a la impunidad. Parece que se mantienen con una pasividad extrema para indagar lo que sucede, porque en Tlaxcala las mujeres siguen desapareciendo, siguen siendo asesinadas y explotadas sexualmente, los trámites son largos y no pasa nada”.
Lamentó que la actuación institucional solo quede en el discurso y que por eso hay otras organizaciones y activistas que consideran que existe simulación. “Sí la hay, en algunos casos y hasta cierto grado, pero lo grave y en lo que insistimos que es preocupante, es la omisión en la que se incurre”.
Criticó que el gobierno federal y estatal mantenga su negativa de declaración de alerta de género, “mecanismo que –añadió- sí funciona, pero las autoridades han impedido que realmente se aplique para que opere y dé resultados… el dicho de que es algo cultural y no podemos hacer nada, son las mismas autoridades las que están aportando estas creencias, ideologías y actitudes de la gente”. Para Edith Méndez esta situación puede seguir otros100 años mientras no haya una modificación de fondo a esta violencia sistémica, “porque es estructural y a las mismas instituciones les ha convenido mantenerla por esa misoginia y machismo instalados en ellas”.