Antonio Gali Fayad tal vez no va a tener la posibilidad de nombrar al próximo candidato del PAN a gobernador, pues es una facultad del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de ese partido, pero sí tendrá la capacidad de vetar a quienes no podrán ser aspirantes a un puesto de elección popular. Uno de los políticos que se ubica en este segundo rubro es Jorge Aguilar Chedraui, a quien el grupo de actual mandatario de Puebla no le permitirá avanzar en su proyecto de contender por la alcaldía de la capital o por una senaduría.
A diferencia de lo que pasó en el sexenio de Rafael Moreno Valle Rosas, periodo en el cual el entonces gobernador nombró a todos los candidatos del PAN a puestos de elección popular, ahora el CEN panista tendrá un papel preponderante en el análisis de los aspirantes a ser postulados para contender en el proceso electoral de 2018.
En ese proceder, la opinión del actual titular del Poder Ejecutivo, Antonio Gali Fayad, tendrá un fuerte peso, aunque no será quien tome la última palabra.
Tal vez Gali no podrá decir quiénes deben ser los candidatos, sobre todo en lo relativo a los abanderados a la gubernatura del estado, la alcaldía de la ciudad de Puebla y las senadurías, pero si podrá indicarle al CEN del PAN que personajes son nocivos para esta fuerza política.
En ese sentido, aunque todavía no se ha llegado a la fecha para elegir candidatos, quien ya tiene asegurado un veto por parte del círculo político de Gali Fayad es el presidente del Congreso y ex secretario de Salud Jorge Aguilar Chedraui, quien tiene puesta la mira en la posibilidad de buscar ser candidato a la alcaldía de Puebla o ser senador de la República.
Aguilar Chedraui enfrenta un largo y fuerte distanciamiento con Gali Fayad, luego de que el primero siempre estuvo atrás de todas las intrigas –generadas desde el PAN y el grupo morenovallista– tendientes a hacer fracasar en sus proyectos políticos a Antonio Gali desde que compitió por la alcaldía de Puebla.
El llamado “fuego amigo” que Gali y su equipo de trabajo han enfrentado desde el año 2013 siempre ha tenido como protagonista a Jorge Aguilar, quien además carga con el peso de todas las anomalías y deficiencias que enfrentan los servicios de salud del estado de Puebla, luego de que por varios años utilizó a la secretaría del ramo para hacer negocios y como plataforma para emprender proyectos políticos personales.
Un agravio que sigue vivo, es que en el año 2015, en la renovación de la Cámara de Diputados federal, en la capital del estado perdieron los candidatos que estaban identificados con la facción de Antonio Gali Fayad.
La derrota no fue solamente por un asunto de simple competencia con el PRI, sino se identificó a morenovallistas que estuvieron operando para hacer perder a los aspirantes cercanos al ahora gobernador de Puebla.
Quienes movieron las estrategias para debilitar a los candidatos del grupo de Gali, en ese proceso electoral de 2015, se identificó entre a otros a Jorge Aguilar, quien creía que de esa manera podía descalificar a rivales para que en 2016 se pudiera colocar como candidato a la gubernatura de Puebla.
Jorge Aguilar siempre ha partido de la idea equivocada que va a llegar a cargos de mayor nivel, como ser gobernador, senador o alcalde de la Angelópolis, por el simple hecho de ser parte del grupo compacto de Rafael Moreno Valle Rosas.
El legislador nunca ha buscado ganar identidad, cercanía o entendimiento con los grupos tradicionales del PAN.
Tampoco ha sabido conciliar y alcanzar una reconciliación con la corriente del gobernador Antonio Gali Fayad.
Mucho menos ha podido construir una imagen pública positiva que le ayude a tener una aceptación en el electorado.
Tampoco ha entendido que ser parte del grupo de Moreno Valle ya no es garantía de obtención de posiciones de alto nivel en el PAN y los gobiernos panistas.
Que su protector ya no tiene la capacidad de dar un “dedazo” a su favor.
Por el contrario, es un personaje antipático, arrogante, prepotente y autoritario, características que lo tienen a un paso de ser vetado de la política poblana.