Las mujeres hablamos, sentimos, amamos, reímos, gozamos y estamos hartas de la violencia contra nuestros cuerpos y nuestras expresiones de vida. Estamos cansadas de noticias donde las mujeres, impunemente, desaparecen, son violadas, mutiladas, masacradas, golpeadas, destrozadas en mente, alma y cuerpo.
¡No toleramos las múltiples expresiones de las violencias contra las mujeres! ¡No queremos ni una desaparecida más, ni una muerta más!
Desde la rebeldía, desde las voces al unísono, desde las marchas y desde las aulas, desde los dormitorios y desde las plazas públicas, negamos la violencia, la rechazamos en su totalidad. No queremos las violencias que históricamente se han infligido sobre los cuerpos de las mujeres, sobre los cuerpos femeninos o feminizados, sobre los cuerpos de todas las personas que nos identificamos con el pronombre ella.
La realidad contemporánea requiere nuevas narrativas. Los movimientos feministas, diversos, variopintos, celebramos la multiplicidad de voces que lo componen. Expresamos nuestra capacidad transformadora de resistencia, de creación, de sanación y exigencia de nuestros derechos fundamentales. Clamamos por el ejercicio pleno del derecho a una vida libre de violencias.
Honramos desde nuestras historias las luchas colectivas contra las violencias, contra la discriminación y las variadas formas de opresión. No podemos permitir que la impunidad prevalezca y urgimos a las instituciones sanearse, elaborar y seguir los protocolos de atención para las mujeres víctimas y sobrevivientes de crímenes de violencia física, emocional, sexual, económica, política, comunitaria, feminicida, para que las mujeres sobrevivientes o las familias de las víctimas de feminicidio puedan acceder a la justicia.
Gritamos hoy, para que las generaciones futuras puedan cantar, estudiar lo que les satisfaga, caminar seguras por las calles, ganar un salario justo por el trabajo realizado, ser candidatas y ocupar puestos de representación popular y gerencial. Gritamos hoy, porque de otro modo no somos escuchadas. Porque muchas voces han sido silenciadas y subordinadas, incluso asesinadas. Decimos ¡No! a las expresiones de la violencia porque necesitamos que el mundo entienda que no existe justificación alguna a los ultrajes históricos sobre los cuerpos femeninos y feminizados. El No, es una palabra poderosa, es una forma clara de expresar lo que no queremos experimentar, lo que no queremos vivenciar sobre nuestros cuerpos. El No, es una expresión para señalar lo que queremos evitar, lo que necesitamos detener.
¡No a las violencias contra las mujeres! ¡No al despojo de nuestros cuerpos, nuestros territorios, nuestras culturas e identidades! ¡No a los megaproyectos de muerte! ¡No a la crueldad ilimitada que atenta contra la dignidad de las personas, de la madre tierra, de la vida!
Vivas nos queremos, sanas y seguras nos queremos. Plenas en dignidad humana. Las mujeres, nuestras familias, nuestras comunidades. Indignadas exigimos a las autoridades apegarse a marcos legales e instrumentos internacionales en materia de derechos humanos de las mujeres. Convocamos a la sociedad a colaborar en corresponsabilidad para las transformaciones sociales necesarias para que todas las personas, las mujeres y las niñas podamos vivir una vida libre de violencia.