En los dos primeros años de la administración estatal se dispararon en 2 mil 500 por ciento los casos de dengue en el estado de Puebla, pues de los 21 que ocurrieron en 2011, al primer semestre de 2013 se contabilizaron en 565 casos. Tan sólo en la jurisdicción sanitaria de Izúcar de Matamoros se han reportado 470 casos y tres fallecimientos.
Es cierto que en materia oficial y concretamente en materia sanitaria hay que desconfiar de las cifras, pues dolosamente se manejan subregistros que no permiten ver la realidad de los problemas; sin embargo, aun considerando esa condicionante, los números que se dan a conocer en la edición de hoy son alarmantes.
También es verdad que el dengue es un padecimiento difícil de erradicar por completo, pero no parece haber en la entidad una voluntad clara de las autoridades por emprender campañas para eliminar el mal, a través fumigaciones, dotación de medicamentes y, sobre todo, campañas de información e implementación de operaciones de equipos médicos en las regiones de mayor riesgo.
Los datos sobre el dengue también ponen en evidencia la pobreza multidimencional que padecen miles de poblanos, cuya condición es de completo abandono por parte del aparato oficial.
La indolencia está cobrando vidas y también truncando existencias, pues enfermedades como el dengue tienen muchas veces secuelas permanentes y que imposibilitan el desarrollo óptimo de quienes las sufrieron.