Viernes, abril 26, 2024

Casa Poblana, un libro que tiene como protagonista a la vida cotidiana de Puebla

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El libro Casa Poblana, el escenario de la memoria, de la fotógrafa, coleccionista e investigadora Lilia Martínez y Torres, es comparado por los especialistas con el clásico Las calles de Puebla, de Hugo Leicht, debido a que ambos documentos constituyen dos fuentes importantes para entender “a Puebla y a la poblanidad”.

Editado en 2011 y con varias presentaciones en su haber, debido a que es un texto que se abre “a una y mil miradas”, el volumen, que contiene 236 fotografías que narran visualmente la vida cotidiana de los habitantes de esta ciudad durante un siglo, de 1874 a 1974, será comentado nuevamente.

Para el próximo viernes 20 de junio a las 18 horas, en el auditorio del Archivo Histórico Universitario (AHU) de la Universidad Autónoma de Puebla, ubicado en la avenida Reforma 531, Guadalupe Pérez Rivero; Mari Cruz Ríos, directora del Archivo Municipal, y Joaquín Ríos, fotógrafo y gestor cultural, participarán en una mesa que será moderada por Georgina Maldonado Lima, directora de AHU.

Casa Poblana, el escenario de la memoria, como explica Lilia Martínez y Torres durante una entrevista, “tiene como protagonista a la vida cotidiana, a lo que contaban los abuelos y los padres, a la memoria histórica” que es recuperada a través de las imágenes en la que también se integran los retratos hechos por el fotógrafo Juan Crisóstomo Méndez.

El volumen, destaca la fundadora y directora de la Fototeca Lorenzo Becerril, toca un tema que no se había abordado en el país y a la vez abre diversas vetas a la investigación: desde la sociología a la economía, pasando por la historia del arte y la historia misma.

“No se había visto un documento visual de este tipo. En él ofrecí una lectura individual para que cada lector, al abrir y pasearse por las páginas, hiciera una propia versión. Por ello no hay pies de página, no hay viñetas que puedan distraer la interpretación y la lectura visual”, explica.

Martínez y Torres recuerda cómo se consolidó la publicación y las varias revisiones y selecciones que se hicieron, una sobre otra, sobre las 24 mil imágenes que forman parte del acervo de la Fototeca Lorenzo Becerril, fondo del cual provienen las fotografías publicadas.

Señaló que tras pedir la opinión de Adrián Mendieta, como parte de un ejercicio de selección basado en el conocimiento y en la “mirada distinta” del especialista, quien ya había colaborado en un libro anterior, fue como se hizo una preselección de las imágenes, la cual ella completó y tras dos años de trabajo, salió la publicación final.

“En ese tiempo no dejé de comprar imágenes ni de estudiar el periodo al que remitía la investigación. Luego de la preselección hubo un giro, ya que aumentó el número de fotografías y le di un cuerpo en función de ellas, ya que fueron las que me dictaron su organización”.

El resultado, añade Lilia Martínez y Torres, fueron seis capítulos: La ciudad, la casa de todos, que toma a la ciudad de Puebla como el contexto donde sucede esa vida cotidiana; La casa, el escenario de la vida, que muestra la arquitectura doméstica entendida en espacios públicos y privado; Casas de familia, que demuestra el dicho de que “el poblano amaba, nacía y moría en su casa”; Los rituales de los sacrosantos, con exhibe imágenes del bautismo como primer rito de socialización, así como fotografías de la primera comunión, el matrimonio y la extremaunción; Retratos femeninos de Juan Crisóstomo Méndez, en la que aparecen mujeres retratadas por este fotógrafo en diversos espacios de la casa como las escaleras, los portones o los quicios de las puertas, y La casa como estudio fotográfico, con imágenes de fotógrafos aficionados.

“¿Por qué las casas de Puebla eran tan ricas?” pregunta la investigadora mientras muestra una imagen en la que se retrata la rica disposición de una mesa poblana, en la que sobresalen los objetos de plata y porcelana fina. Ella misma, resuelve que es la propia ciudad la que dictó lo que sería la vida cotidiana de sus habitantes.

“Vivimos en una ciudad que maravilla por su arquitectura, por sus espacios públicos, por sus distribución urbana. El ojo de los poblanos esta sensibilizado hacia la belleza, así que en casa se repite lo que se ve afuera de ella, y es natural que sea así”, concluye la merecedora a la Medalla al Mérito Fotográfico que le entregó el Instituto Nacional de Antropología e Historia en 2011, contribución a la formación de la memoria visual mexicana.

 

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