No soy nutriólogo. Reconozco que la nutrición es demasiado complicada como para hacer comentarios, incluso en el área médica que de alguna manera ejerzo cotidianamente. También es paradójico que, siendo la alimentación algo determinante para vivir, la mayoría comemos mal y no nos preocupamos por lo que nos llevamos a la boca. Somos muy pocos quienes sabemos lo que es una consulta de nutrición y así podría hacer innumerables comentarios orientados al fenómeno alimenticio. |
Erróneamente pensamos que las estrategias en el buen comer se pueden adquirir a través de la lectura de algún librillo adquirido en puestos de periódicos o incluso en lo que señalan revistas sin una base científica sólida. No solamente me parece risible, sino también preocupante, el hecho de que en pleno siglo XXI, vivamos en el oscurantismo moderno, con una desinformación que surge por medio de un literal bombardeo de información no validada.
No son raros los casos en los que se escucha en el ámbito médico que los pacientes pregunten sobre la alimentación libre de gluten, como si dicha sustancia fuese potencialmente peligrosa o dañina. Esto ha generado una verdadera industria de productos que muestran leyendas asegurando que no contienen este ingrediente. Aunque en general podemos imaginar que este fenómeno social es intrascendente y con un impacto leve en lo social, las implicaciones que conllevan son importantes y van más allá de lo que podamos imaginar.
El gluten es un compuesto de pequeñas proteínas que, unidas, brindan elementos nutritivos, que si bien no son esenciales para la vida, ofrecen ventajas que superan los beneficios más allá de los perjuicios. Esta condición ha hecho que los alimentos que contienen a esta sustancia hayan constituido la base de la subsistencia durante unos 10 mil años, en muchas partes del mundo. Presente esencialmente en el trigo, también se encuentra en el centeno, la cebada y la avena, entre otros. Por esta razón, uno lo ingiere al consumir pan, pastas, pasteles, galletas y hasta en la cerveza. Es decir, que está presente en una gran parte de lo que comemos.
En efecto, hay una enfermedad denominada Enfermedad Celiaca, con manifestaciones clínicas múltiples, en la que hay una intolerancia al gluten; sin embargo, la frecuencia no es tan alta, alcanzando apenas aproximadamente el 1 por ciento de la población. Para estos individuos la venta de los productos que no contengan estas proteínas constituye una enorme ventaja; pero el estar sanos y prescindir de estos elementos nutricionales puede incrementar el riesgo de algunas enfermedades.
Por otro lado, eliminar el gluten disminuye el consumo de fibra, que es benéfica para la salud. El pan ha salvado del hambre a millones de seres humanos en la historia de la humanidad, por medio del almacenaje, practicidad de consumo, transporte y ventajas digestivas.
Lo cierto es que no podemos tomar a la ligera cosas aparentemente comunes, pero determinantes para la vida.
Solamente podremos aspirar a vivir mejor en la medida en la que comamos también mejor.
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