Sin duda José Antonio Meade Kuribreña se ha convertido en el más solicitado por la clase política priista, luego de que fue la figura central en la XXII Asamblea Nacional del PRI, pues da la impresión de que ese acto se hizo únicamente con el propósito de quitar los “candados” para que el secretario de Hacienda y Crédito Público puede ser aspirante presidencial. Ahora en Puebla se han desatado las especulaciones de quiénes serían los beneficiados por la muy anunciada posible postulación de este político de corte neoliberal. Hasta ahora se perciben a cuatro miembros del tricolor que serían agraciados con dicha candidatura.
Y no es que esos cuatro priistas sean los más cercanos a Meade, sino son los únicos. La mayoría de la clase política priista de Puebla está apostada a que el candidato sea Miguel Ángel Osorio Chong, el secretario de Gobernación, quien el sábado en la Asamblea Nacional del PRI se le vio parco, cansado, en lo que podría ser una primera señal de que no se ve –hasta ahora—favorecido por “el dedo” de su patrón: el presidente Enrique Peña Nieto.
El primero de los priistas que serían beneficiados por la postulación del secretario de Hacienda es Juan Manuel Vega Rayet, el delgado de la Secretaría de Desarrollo Social, quien desde hace varios meses siempre sostuvo que el ungido va a ser Meade Kuribreña y además comentaba, que es la mejor alternativa para que el PRI pueda enfrentar la elección de 2018.
Un segundo beneficiario es Jorge Estefan Chidiac, el presidente estatal del PRI, quien siempre ha sido cercano al grupo de Meada Kuribreña.
Estefan se podría beneficiar no solamente porque su cercanía a Meade lo coloca en la lista de aspirantes a ser candidato a gobernador de Puebla, sino porque también le abre las posibilidades de regresar al PRI nacional –en caso de que el secretario de Hacienda sea el “tapado”–, tal como lo estuvo durante la campaña de Enrique Peña Nieto, en la cual encabezó la secretaría de Finanzas. Y si se dan las condiciones, le podría significar en un par de años llegar al gabinete federal.
El tercer favorecido sería el senador Ricardo Uruzúa Rivera, quien buscó ser candidato a la gubernatura pero no logró convencer ni a los vecinos de su casa de que podía ser un buen aspirante. Ahora se dice que podría llegar a la dirigencia estatal del PRI en caso de que el aspirante presidencial sea Meade y ello implique el mover a Jorge Estefan de la cabeza del tricolor.
Otro priista que le podría regresar la sonrisa si el candidato es José Antonio Meade Kuribreña es Javier López Zavala, quien fue aspirante a la gubernatura en 2010. De todos los priistas que suenan para salir a luchar en 2018 para que el PRI regrese a Los Pinos, resulta que con el que ha tenido más cercanía es con el actual secretario de Hacienda.
Por lo menos López Zavala y Meade Kuribreña han tenido tres reuniones, en meses recientes, para analizar el proyecto del primero de volver a contender por la gubernatura de Puebla.
Enrique Doger Guerrero no entra entre los priistas que son cercanos a Meade Kuribreña y sienten que el secretario de la Hacienda les va a dar el empujón necesario para ser el candidato a la gubernatura en 2018, pero sus allegados tampoco ven como algo negativo que el abanderado tricolor pudiera ser el secretario de Hacienda.
Ven en Meade a un político pragmático, que no va a arriesgarse a perder, y por tanto podría tener una valoración positiva del posicionamiento de Doger, actual delegado del IMSS, quien aparece en el primer lugar de las encuestas que miden a los priistas que buscan la postulación para pelear por la titularidad del Poder Ejecutivo estatal.
En general en el ambiente priista se percibe mucho optimismo de que sea Meade el posible candidato, pues aunque tiene amistad con el ex gobernador Rafael Moreno Valle Rosas, no se le ve como alguien que pueda pactar con el panista una derrota del PRI en el estado de Puebla.
Algo que si se siente que puede pasar con Miguel Ángel Osorio Chong, quien siempre solapó los abusos cometidos por el morenovallismo.
Aunque vale la pena recordar que en 2012 se decía que Peña Nieto iba a poner orden y frenar los excesos del morenovallismo, y ocurrió todo lo contrario, el gobierno federal vivió una luna de miel con la administración del panista.