Viernes, abril 26, 2024

Se afianza el festival Ternium en Puebla y llega a su tercera edición en el Museo Amparo

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El cine producido en México, Colombia, Uruguay, Argentina, Brasil, Chile o Perú, país en el que particularmente ha despegado una fuerte industria cinematográfica, se caracteriza por ser un “cine de la disyuntiva” preocupado no por emitir un juicio o una postura política y/o panfletaria, sino en poner y contar la realidad con historias que parten desde el afecto y las cuestiones del entorno, que gusta de contar el estado de ánimo y proponer la comprensión de algo.

Lo anterior, fue considerado por José Luis Solís, director artístico del festival Ternium de cine latinoamericano, un proyecto que se afianza en Puebla y llega a su tercera edición del 21 al 23 de octubre en el Museo Amparo, espacio que lo ha acogido desde 2014.

Este año, destaca, habrá una función especial al aire libre programada para el sábado 22 de octubre a las 20 horas con la proyección del largometraje de animación chileno El niño y el mundo, de Ale Abreu, nominada al Oscar.

La tercera edición de Ternium, que tendrá funciones a partir de las 19 horas, y 13 horas para sábado y domingo, se presenta una selección de 10 filmes recientes nominados o ganadores del Oscar, del Oso de Berlín, de la Palma de Oro en Cannes, o el León de Venecia.

Estas son: Paulina (Argentina, 2015), de Daniel Tinayre; Desde allá (Venezuela, 2015), de Lorenzo Vigas; El abrazo de la serpiente (Colombia, 2015), de Ciro Guerra; las chilenas El Club (2015), de Pablo Larrain; Allende, mi abuelo Allende (2015), de Marcia Tambutti, y Vacaciones en familia (2014), de Ricardo Carrasco; Un monstruo de mil cabezas (México, 2015), de Rodrigo Plá; Ixcanul (Guatemala, 2015), de Jayro Bustamante; Las vacas con gafas (Puerto Rico, 2014), de Alex Santiago Pérez; y El niño y el mundo (Brasil, 2013), de Ale Abreu.

Durante una rueda de prensa, el curador de este proyecto que ya cumplió 10 años en Monterrey expuso que en el momento de transición del lenguaje audiovisual –hace unos 30 años- estacionado en la televisión y una producción cinematográfica de baja calidad, el cine latinoamericano comenzó a construir un discurso propio.

“A finales de los años 80 –del siglo anterior- el cine se transformó y comenzó a contar cosas que no se veían en la televisión, a proponer una identidad, a ser cuestionador y revelador de esa realidad”, señaló Solís.

A más de 25 años de esas primeras construcciones, apuntó, ahora existe un cine latinoamericano que cuenta la realidad y en donde el espectador lo disfruta y se sensibiliza, porque las historias se hacen desde el afecto, mostrando al ser humano y sus particularidades, sin juzgar o hacer alguna inclinación política.

El curador José Luis Solís agregó que esta disyuntiva propuesta por el cine latinoamericano es transferida por los directores hacia los personajes, además de que opera en otros elementos que, comúnmente, operan del presente hacia el pasado.

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