Viernes, abril 26, 2024

La nota

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La astucia puede tener vestidos, pero a la verdad le gusta ir desnuda.

Thomas Fuller

En un artículo publicado por El Universal, Ricardo Alemán afirma que no es nota periodística “exhibir a dos o más periodistas” reunidos con el jefe de la banda michoacana Los Templarios (no confundir con Los Temerarios, banda musical de Zacatecas), Servando Gómez La Tuta y recibiendo de este suculentos fajos de billetes (esos gustados papelitos de colores).

Y no lo es, dice, porque “la corrupción periodística nació con el periodismo”. Frase que remite, evidentemente, a la pronunciada hace poco por el presidente Peña Nieto, a saber: “La corrupción es un problema cultural”. Manera facilona de resbalar el tema y la responsabilidad.

Como cuando el entonces presidente José López Portillo nos endilgó aquello de que “la corrupción somos todos” y aprovechó el viaje para construirse un palacete en “la colina del perro”. Luego su sucesor Miguel de la Madrid llamó a la “renovación moral de la sociedad” y lo que se renovó fue la corrupción.

Porque como escribió Carlos Elizondo en Excélsior “Un Presidente que cree y afirma en público que la corrupción es fundamentalmente un problema cultural manda una alarmante señal: no hay mucho que hacer para cambiarlo. Peor aún: parece estar diciendo que no va siquiera a intentar hacer gran cosa en materia de corrupción, dado que modificar la cultura no es algo que se pueda hacer en un sexenio”.

Es como decir que el mexicano es un pueblo corrupto por naturaleza. Que atracar al prójimo es una “mexicanada” más. Como decir que así nos hizo Diosito y él sabe por qué hace las cosas. Ajá.

Así que la temeraria afirmación de Ricardo Alemán no se sostiene ni con un cheque. Si solo fuera cuestión de enfoques no habría mayor discusión. El problema es que en el artículo de marras lanza enseguida una serie de infundios e insultos que muestran la verdadera intención del autor: Desacreditar a quien exhibió a los periodistas corruptos, uno de ellos al servicio de Televisa.

Dice que “la verdadera nota” es que La Tuta envíe “material exclusivo” e “instruya a MVS y a la conductora de su informativo estelar” (a la sazón Carmen Aristegui a quien por lo visto considera innombrable) para que lo difunda y golpee a Televisa; y que estos “decidan obedecer a ciegas y sordas las instrucciones del jefe templario”.

Bueno, a eso en mi pueblo lo llaman mearse fuera de la bacinica o, en su defecto, buscarles chichis a las culebras.

La noticia que da vuelta al mundo es que un periodista al servicio de Televisa, la mayor televisora de América Latina y una de las más grandes del planeta, aparezca coludido con uno de los grandes capos del narcotráfico del país. No basta con que la empresa haya despedido al corrupto ni quiera lavarse las manos como los niños “es que yo no sabía”. Tiene que explicar mucho más para justificar el goce de la concesión de un bien público.

La nota es el poco espacio que han dedicado los medios mexicanos a la noticia (¿perro no come perro?. Imagine por un momento que la cosa hubiese sido al revés. Que hubiera sido algún colaborador de Aristegui el sorprendido con las manos en la masa. Tendríamos el clásico bombardeo mediático a todas horas en la tele, la radio y los diarios, hasta la náusea.

Como ocurrió con los “videoescándalos” contra López Obrador. Entonces el señor Alemán no dijo que esa no era nota porque “la corrupción política nació con la con la política”. Que la “verdadera nota” era que un hampón prófugo como Carlos Ahumada había entregado “material exclusivo” a Televisa y “la había instruido para que lo difundiera y golpeara a su adversario y que la televisora había  decidido obedecer a ciegas y sordas las instrucciones del delincuente”. ¿A que no?

Pésele a quien le pese Carmen Aristegui tiene una de las mayores audiencias en el país y goza de una credibilidad a todas luces envidiable para muchos de sus “colegas”. Es la periodista mexicana más prestigiada a nivel mundial, como lo acreditan sus múltiples reconocimientos y recientemente fue nombrada la segunda mujer más poderosa de México por la revista Forbes.

Lo ha logrado con base en un periodismo serio, responsable, honesto y comprometido con causas dignas y justicieras. Eso, en un país autoritario y violento como el nuestro, molesta y ofende a los poderosos.

Uno puede o no estar de acuerdo con su estilo periodístico o su línea editorial. Se pueden criticar sus excesos verbales, disentir con su orientación política o señalar cualquiera de sus indudables fallas. Lo que resulta absurdo es ese afán por descalificarla, por restarle méritos, por acusarla sin razón y mucho menos con pruebas.

Un país como el nuestro, que ha ido degradando sus valores éticos e históricos, inundado de pobreza, injusticia y desigualdad, necesita que sus mejores mujeres y hombres alcen la voz y resistan los embates del poder en cualquiera de sus presentaciones. Reconocer y apoyar a quienes se esfuerzan por lograr un México con esperanza y futuro, esa, esa sí que debería ser la nota diaria.

Cheiser: “Ustedes deben pensar: ¿Quién es esta chica de Harry Potter y qué hace aquí en la ONU?… Creo que es justo que me paguen lo mismo que a mis compañeros varones. Creo que es lo debido que yo pueda tomar decisiones sobre mi propio cuerpo y que las mujeres sean parte de las políticas y decisiones que afectarán a mi vida. Te invito a que te dejes ver y que te preguntes: Si no soy yo, ¿quién? Si no es hoy, ¿cuándo?”. Emma Watson.

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