Para el investigador de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP) Humberto Morales Moreno, el desarrollo se orienta hacia el desequilibrio e inequidad, pues aunque hay un crecimiento de la industria manufacturera, principalmente la automotriz, así como las empresas de servicios, sólo una reducida clase pudiente puede acceder a gozar de sus beneficios, mientras que el grueso de la población vive en una situación precaria o, en el mejor de los casos, endeudada para poder solventar los gastos indispensables para subsistir.
“Lo que vivimos en Puebla es un espejismo. Está creciendo la ciudad, es cierto; se está modernizando, hay rascacielos, hay inversiones, pero si se observa bien, la inversión que hay en la ciudad sólo se concentra en los servicios: financieros, casas de bolsa, bancos y concesionarios automotrices”, indicó.
En seguida, advirtió que más allá de la capital, el resto de la entidad “es un territorio pobre, maquilador” y uno de los principales expulsores de mano de obra a Estados Unidos.
En entrevista, el también doctor en Historia y Relaciones Internacionales por La Sorbona de París, expuso que salvo la planta armadora de autos Volkswagen, Puebla carece de una industria local poderosa, pues todas son maquiladoras que venden materias e insumos a empresas de una cadena productiva mayor, como telas, ropa para dama, zapatos y electrónicos. Externó que la ausencia de compañías locales fuertes genera lo que en economía se llama “desequilibrio en el desarrollo regional”.
Un problema importante es la falta de caminos por los cuales la gente de los municipios pueda transportarse y propiciar que se dinamice la economía: “moverse es un suplicio, es de mala calidad y caro”, aseveró.
Por las condiciones antes descritas, la gente opta por irse a Estados Unidos, pues en Puebla no hay empleo o está mal pagado: “Prefieren correr el riesgo de migrar que quedarse en la pobreza absoluta”, remató.
En esa lógica discursiva, Morales Moreno explicó que la clase trabajadora no tiene el poder adquisitivo suficiente para acceder a la amplia gama de servicios debido a los bajos salarios.
“Es un mercado que gozan pudientes de alto ingreso, muchos de ellos migrantes de otros estados del país que por la inseguridad se refugiaron en Puebla. El resto de la población tiene una calidad de vida precaria, consume productos de bajo costo y calidad y compran a crédito con tasas de interés muy altas, los famosos pagos chiquitos”, describió.
“Puebla es un gran escaparate, montado muy bien. Sí está creciendo, pero lo está haciendo de manera desequilibrada”, aseveró el profesor de la Facultad de Economía de la UAP.
Entrevistado por separado, el investigador de la Universidad Popular Autónoma de Puebla, Marcos Gutiérrez Barrón, coincidió con su colega y expuso que el riesgo de que el peso de el estado se sostenga de una sola industria, la automotriz, es que cuando ésta corra algún peligro la economía de la entidad “se vuelve vulnerable”.
Refirió que un caso así sucedió con la crisis en Estados Unidos de 2008, la cual dañó sveramente a la industria automotriz y uno de los estados mexicanos que padeció las repercusiones más graves fue precisamente Puebla.
“No se debe descuidar la industria manufacturera, pero se debe ampliar hacia otros sectores productivos, es decir, crear las condiciones para que haya un desarrollo industrial más equilibrado”, indicó.
Leticia Ochoa