Con la advertencia de que el lector no se encontrará con una antología, “sino una reunión de narradores que han frecuentado el cuento y que han desarrollado su trabajo o parte de él en Puebla”, el escritor Alejandro Badillo compiló la obra de 15 narradores contemporáneos de diversas generaciones para integrar el libro Ficciones en Fuga. Narrativa breve desde Puebla.
El libro es la primera publicación de la editorial 3 Norte, que coordina el Instituto Municipal de Arte y Cultura, y es el texto inaugural de una de las ocho colecciones que la conforman, en este caso la colección Arronte dedicada a la narrativa.
Como explica Alejandro Badillo en su prólogo “Una ventana que nuevamente se abre”, cada vez es más complicado justificar plenamente una antología literaria; es decir, que la selección ofrecida al lector goce de un amplio consenso entre los escritores y, sobre todo, que los argumentos para justificar su inclusión no tengan fisuras”.
Menciona que “el arte en cualquiera de sus disciplinas siempre tiene un porcentaje de subjetividad y por esta razón la elección de textos para una antología conduce, como último punto de análisis, a los gustos y preferencias del compilador”.
Así, una vez aclarado que Ficciones en fuga se trata de una “reunión de narradores” que habitan la ciudad, congregados a partir de una decisión personal, Badillo añade que esa selección ha sido hecha a partir de sus lecturas en libros, revistas y suplementos que han servido para fundamentar la inclusión de los autores.
“Elegí cuentos porque me parece que es el género que mejor se adapta a una selección, pues la aproximación del lector siempre será completa y no fragmentaria”.
Los 15 escritores, los cuales “son una interesante muestra de estilos y búsquedas literarias”, son Eduardo Sabugal, quien presenta La fuente de la inopia; Judith Castañeda Suari, autora de Cerrando puertas, cuento en el que muestra un universo íntimo que apela a lo sensorial y fragmentario, y Gregorio Cervantes con Volver, quien recrea un mundo atemporal en el que cobran fuerza elementos como el fuego.
Otros son Arturo Ordorica, con Malvoria, un cuento que olvida estructuras tradicionales, prescinde de la anécdota y se interna en el terreno de la variación y lo lúdico; Federico Vite y la historia de La contradictoria naturaleza del flechazo, en la que echa mano de diálogos precisos y punzantes para contar una historia en la que la seducción tiene distintas caras; Fernando Sánchez Clero, con cuatro ejemplos de su minificción, y Víctor Roberto Carrancá, con El malestar es cómplice, que lleva a los límites las posibilidades del cuento.
También están los cuentos Diez, de Agustín Fest, quien presenta un discurso fragmentario para mezclar lo grotesco, lo sexual y la comedia; El Nicaragua y Cabalgando el dragón del infierno, dos cuentos de Alejandro Lámbarry; A la sombra del sombrero, de Noé Blancas, una visita al mundo rural, y Sal de uvas, de José Sánchez Carbó, quien deja ver su humor a través de la tragedia de un enamorado.
Cierran Gerardo Oviedo con Sin epígrafe, una historia con un lenguaje eficaz que refleja los vasos comunicantes entre la vida y la literatura; Günter Petrak con Y si un día el profe, para ofrecer una mirada al mundo escolar con una sorpresa final; José Luis Zárate, con Scherezada: noche 700 a 1001, que ofrece una nueva mirada al clásico Las mil y una noches, y Luis Felipe Lomelí, con El cielo de Neuquén, historia sobre un pacto entre dos mujeres cuyas vidas y las de sus conocidos están marcadas por la migración y la continua transformación de su identidad.
Destaca que el libro, el cual se suma a otras antologías hechas en años anteriores por Jorge Arturo Abascal y Jaime Mesa, cierra con el ensayo La uniformidad de la abundancia. Antologías y compilaciones de la narrativa en Puebla (2000–2013), de José Sánchez Carbó.