Viernes, abril 26, 2024

Bien por la sub 17

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Por lo visto, en ese mundo al revés que es el futbol mexicano los pequeños tendrán que seguir trabajando a destajo para sacar del fuego las papas calientes con las que los mayores ni pueden ni se atreven. En Emiratos Árabes Unidos, cuartos de final del mundialito, la sub 17 acaba de confirmarlo. Su victoria del día de Todos Santos sobre el favorito Brasil, conseguida más a fuerza de carácter que de futbol, fue, por lo mismo, doblemente meritoria.

Actitud ejemplar. Con disciplina, con agallas, sin desmayo. Así se batieron en todo momento en Dubai los pupilos del Potro Gutiérrez. Cerrando espacios desde el medio campo, apoyándose siempre unos a otros, muy conscientes de su realidad, le plantearon un galimatías al alegre elenco brasileño y terminaron por trastocarle la melodía. Y cuando parecía que ya todo estaba hecho, gracias al tanto de Iván Ochoa en el minuto 80, todavía tuvieron que sobreponerse al impacto emocional del agónico gol que igualaba a uno la pizarra. Aun así, en la ejecución de los penaltis empezaron por mostrarse igual de fríos y certeros que los amazónicos. Y terminaron venciéndolos, puesto que solamente fallaron uno, por dos de los portadores de la mítica playera verdeamarilla.

Conocerse y tenerse fe. Digo que es doble el mérito de eliminar a Brasil porque, individualmente, se sabían lejos de un equipo en el que se desenvuelven con toda naturalidad tres o cuatro proyectos de cracks, no por nada era este joven canarinho el número uno en las apuestas. Partiendo, pues, de la posición del modesto, México apeló a una impecable organización defensiva –sin llegar a encerrarse ni dejar de lanzar contragolpes– y la mantuvo con entereza y vigor a lo largo del encuentro. Nunca se achicaron pero tampoco cometieron el error de aceptar un duelo a campo abierto.

Ante tan inesperada y bien urdida resistencia, los brasileños acabaron por desconcertarse, y su desconcentración les costó el gol de Ochoa, que aprovechó el barullo derivado de un córner para taconear al fondo de la portería de Marcos. Faltaba poco y México, razonablemente, reculó, procurando cerrar los accesos al área de Gudiño. Pero Brasil encontraría la suya a falta de cinco minutos, cuando Nathan aprovechó un rebote para contrarrematar a la red.

Emotiva definición. Los lanzamientos en serie desde el punto de penalti fueron una muestra de cabeza fría y técnica impecable por parte de los dos equipos. Curiosamente, mientras los ejecutantes de uno y otro bando sucesivamente se lucían, en los arqueros se manifestó un claro contraste: Marcos jugaba a aguantar al definidor y reaccionaba con reflejos felinos, pero solamente logró desviar el tiro de Rivas (preservando momentáneamente una ventaja de 3–2); Raúl Gudiño, el mexicano, a menudo quedaba arrodillado, como resignado a que el fuego brasileño lo batiera. Y sin embargo, en su turno de patear acertó con un cañonazo alto y al ángulo (10–10). Y cuando había que detener el balón porque no quedaba otra lo hizo sin pestañear, primero atajando abajo a su derecha el disparo rasante de Gabriel (quinto de la serie, con México en desventaja de 3–4), y en la muerte súbita manteniendo el empate a 10 al desviar un cañonazo a media altura de Mosquito sobre su mano izquierda, preámbulo de la certera ejecución de Alejandro Díaz que decretaría la victoria mexicana. Y con ella la eliminación del favorito.

Desplumar al canario. Visto a través de la historia de los diversos torneos juveniles en que se han encontrado, el nuevo triunfo mexicano sobre Brasil nada de extraño tiene. Cuando nos tocó jugar contra ellos la final de los Juegos Panamericanos México 75, un apagón en el Azteca, a falta de 15 minutos y con el marcador en ceros, obligó a los organizadores a otorgar dos medallas de oro (los amazónicos, con gente como Junior en sus filas, tenían que volar de vuelta a Río esa misma noche). Dos años después, al disputarse en Túnez el I Mundial Juvenil (Sub 19), ambas camisetas volvieron encontrarse para disputar un lugar en la final. Y –nótese la coincidencia– luego de terminar igualados a uno, los verdes se impusieron 5–4 a los canarios en los penaltis de rigor (la final, contra la URSS, se perdió, también desde el punto de penal).

El primer galardón internacional juvenil cobrado por México llegaría también a expensas de Brasil. Fue en 2005 en Lima y aún se recuerda el vértigo de aquel 3–0 contundente (goles de Carlos Vela, Omar Esparza y Ever Guzmán), equivocadamente tomado por los jilgueros de la publicrónica como el despegue definitivo de nuestro enrevesado futbol hacia el paraíso de las potencias mundiales. Y qué decir del oro olímpico de Londres 2012, ese 2–1 de Wembley, abierto y sellado en gran forma por Oribe Peralta y defendido con gallardía por los hombres de Luis Fernando Tena, quien nunca hubiera esperado como pago su caprichoso nombramiento y casi inmediato cese como DT titular del Tri, cuando no acababa de cumplirse un año de la memorable gesta.

Contra Argentina. Ahora, el equipo del Raúl Gutiérrez tiene una cita en semifinales contra Argentina, que venció el sábado por 2–1 a Costa de Marfil. Tampoco es partido fácil, y de nuevo habrá que luchar contra jugadores mejor dotados técnicamente. Pero demostrado está que este joven Tri tiene bien asumido el compromiso que significa la defensa del título, y es seguro que se dejarán la piel en la cancha con tal de salir adelante. Nigeria y Suecia juegan la otra semifinal.

Optimismo artificial. Con excesiva alegría se saludó el 4–2 del miércoles en San Diego, aplicado por el Trimérica del Piojo a un juvenil equipo finlandés, que se tomó las cosas con turística alegría pero no dejó de aprovechar algunas de las muchas facilidades brindadas por una errática zaga azteca. En realidad, el desempeño global del equipo rozó la vulgaridad. Nada nuevo, pues el América, sin el tapete de los flácidos equipos de la Liga Muy X bajo sus garras, podrá ser un caso de voluntad e ímpetu, pero futbolísticamente tampoco da para más. Se notó demasiado ante Finlandia y lo confirmaría el viernes en Querétaro, un 0–0 para dormirse a pierna suelta en el Corregidora. Pero también, quién lo dijera, para padecer varias noches de insomnio pensando en el repechaje.

Lo cual no impide que México siga siendo claro favorito para superar a Nueva Zelanda.

A propósito. Mientras Uruguay vela armas antes de enfrentar a Jordania –éste sí un duelo tan dispar que los celestes ya se ven en Copacabana–, en Europa la repesca premundialista despierta muy distintas sensaciones. Portugal y Francia, por ejemplo, respiraron al enterarse de que no se eliminarían entre sí. Pero recobrado el resuello, sus enfrentamientos con Ucrania y Suecia los han puesto a cavilar, pues no se trata de platillos de fácil digestión. Por lo pronto, servida está la disyuntiva de un mundial sin los bleus galos o sin Zlatan Ibrahimovic, ese insaciable gigante sueco del gol. Y, del otro lado, la de un Portugal que ni con Cristiano ofrece garantías claras de superioridad sobre el duro futbol ucraniano, algo venido a menos pero temible siempre.

Los otros dos encuentros van a enfrentar a Grecia con Rumania –un volado– y a la sorprendente Islandia con Croacia, que es quien más fácil parece tenerla de todos los embarcados en ese incómodo navío que sale de repesca entre el 13 y el 20 del presente mes.

Líder inconmovible. Inevitable como es este vistazo semanal a las principales ligas europeas, nos no extraña encontrar al Bayern Múnich permanece como patrón indiscutible de la bundesliga, invicto y con marca cuasi perfecta de 31 puntos sobre 33 posibles, conquistados los tres últimos el sábado, en cancha del Offenheim (1–2). Pasado el primer contacto, con su proverbial dosis de incertidumbre, el conjunto de Guardiola está moviéndose a sus anchas con Pep en el banquillo. Y la buena nueva adicional de que el flanco izquierdo, identificado como la zona sagrada del equipo, territorio de Franck Ribéry, la pieza maestra del catalán, se está viendo enriquecida con el aporte del lateral austriaco David Alaba, hijo de ghanés y filipina, un joven negro de 21 años, humilde, colaborador y buen compañero, pero además uno de los futbolistas de más proyección del momento, y tal vez ya el mejor lateral izquierdo del mundo.

Esta semana, en la Champions League, los bávaros, con tres triunfos al hilo en su grupo, prevén otro día de campo ante el colista Vitoria Plsen, al que ya vapulearon 5–0.

Líder inesperado. Tradicionalmente, ha sido el Roma uno de esos equipos desconcertantes, amado por sus fieles pero apartado de los reflectores y las grandes victorias. Como todo club con sello propio, gusta reservarse lujos que a menudo huelen a capricho, como ése de mantener como su ícono inamovible a Francesco Totti, romano puro con 37 años y mucho futbol aún en los botines. Como el tiempo no perdona, a estas alturas del torneo –fecha 11– se encuentra un poco tocado y el entrenador Rudy García –el innominado francés que esta temporada se ha hecho cargo del equipo– ha preferido no alinearlo a últimas fechas. Aun así, está la vieja Loba –la de Rómulo y Remo, que adorna el escudo del club granate de la capital– lidereando el calcio con once limpias victorias en su expediente.

Y eso que el miércoles, de visita en Udine, los puso en inferioridad una tonta expulsión de Maicon, el veterano lateral brasileño, otra de los integrantes de la extraña alineación romanista, mescolanza de gente bien muy joven o bien demasiado traqueteada, cuyo solidario rendimiento tiene asombrado a todo el futbol italiano. Ese día, con 10 hombres, se las arreglaron para armar un contragolpe magistral, paciente y sabio, nada desbocado, que el estadounidense Bradley remató a la red mediante un toque sutil que dejó tieso al arquero.

Líder discutido. Con el Tata Martino, el Barcelona ha batido todos los récords de puntaje en la historia del club: invicto tras 11 jornadas, sus 10 victorias más un empate lo tienen en lo alto de la tabla, un punto arriba del sorprendente Atlético y a seis del Madrid, su acérrimo rival. Y sin embargo, sus muchos partidarios manifiestan agudo desconcierto, alegando que este no es su Barça, que les resulta intolerable verle marcar goles de contragolpe, que es una grosería que sus defensas manden balones a las gradas en vez de jugarlos desde abajo, que las rotaciones dispuestas por Martino están acabando con la magia de esos locos bajitos que hacían poesía sobre el césped con Pep Guardiola al timón.

Tal vez, en su apasionamiento, no tomen en cuenta que aquello habría sido imposible sin Messi a plenitud –hoy parece la sombra de sí mismo, no llega a balones que antes convertía en oro puro y le está costando un mundo hacerse presente en el marcador. Claro que ahora tienen a Neymar, pero el exsantista es otra cosa, un genio que prospera a base de chispazos cegadores, como el increíble doble túnel del sábado, en el gol servido a Alexis Sánchez para el 1–0 sobre el Espanyol del Vasco Aguirre, muy alabado por la crítica debido a su acertado planteamiento en Camp Nou.

Lo cual no evita que el barcelonismo siga expresando su desconcierto, y que Gerardo Martino reconozca que, por ahora, los resultados son mejores que el juego del once legendario que le cayó del cielo.

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