De no aprobarse la creación de una zona de tolerancia en la ciudad de Puebla, una alternativa sería que a las personas que ofrecen sus servicios sexuales se les reubique en casonas del Centro Histórico. Así lo plantearon Integrantes de la Unificación de Sexoservidoras de Puebla, en entrevista para Las Reporteras de La Jornada de Oriente.
Sara, Daisy, Monserrat, Ana y Nelly, encabezadas por la dirigente María de Lourdes Hernández, indicaron que el ayuntamiento capitalino tendría que aportar los inmuebles y exentarlas del pago de servicios e impuestos.
Externaron estar cansadas de que cada tres años las manden a la calle o las retiren de esta, dependiendo de la administración municipal en turno. Lo que buscan, subrayaron, es estabilidad y no estar yendo de un lado a otro “como pelotitas de basquetbol”.
Asimismo, declararon que están peleando por sus derechos, como cualquier ser humano, y porque tienen hijos que mantener, algunos de ellos enfermos o con síndrome de Down, además de que deben pagar renta y luz.
“Queremos la zona de tolerancia porque ya estamos cansadas de que siempre nos echan operativos, nos llevan… nos están privando de nuestra libertad porque ya eso es una cosa de secuestro… no hemos robado, no hemos matado como para que vayamos a una delegación, esposadas, nos golpean ahí mismo y no podemos dejarnos porque los mismos policías ya están corruptos”, argumentó una de ellas.
María de Lourdes Hernández abundó que ya sea con la zona de tolerancia o con las casonas, no habría riesgo de trata de personas porque el mismo gobierno estaría al pendiente de ellas. Al mismo tiempo, sostuvo que nadie las está explotando o cobrando derecho de piso.
Las integrantes de la Unificación de Sexoservidoras exigen reunirse directamente con el alcalde Eduardo Rivera Pérez. Cabe referir que el edil se ha manifestado abiertamente en contra de la zona de tolerancia.
Ocho sexoservidoras han sido asesinadas en 10 años
Integrantes de la Unificación de Sexoservidoras advirtieron que seguirán en las calles, donde indicaron están expuestas a situaciones de discriminación y de violencia.
Detallaron que clientes han intentado ahorcarlas o que han tenido que aventarse de autos rodando porque pretendían llevarlas un lugar diferente al acordado.
En la entrevista también comentaron que, pese a los gritos, en ocasiones los encargados de los hoteles no intervienen cuando son violentadas, por lo que entre ellas tienen que cuidarse y acudir a los llamados de auxilio.
“Me han tocado varios clientes que me han querido ahorcar, por lo mismo, no sé si vienen drogados o porque quieren más tiempo. Haga de cuenta, ese día le hablé al del hotel y el cliente dijo: no, ni siquiera te estaba yo haciendo nada. Me quería ahorcar y que le muerdo la mano y me dice: perdóname, no te quería hacer nada”, relato una de las agremiadas a la unificación.
“Hasta para ir con un cliente es cuidarnos entre nosotras, a veces ya ni sabemos qué tipo de personas te van a tocar, a veces te dan el dinero, después ya te lo quieren quitar… No deben tomarnos como un objeto porque también nosotros tenemos derechos”, añadió otra más.
Refirieron que, en la última década, alrededor de ocho de sus compañeras han sido asesinadas.
En ese contexto, pidieron al edil Eduardo Rivera que reactive la entrega de pulseras rosas con las que cualquier mujer violentada puede activar una alarma que está enlazada a la secretaría de Seguridad Ciudadana, ello porque solo 62 de las 242 agremiadas cuentan con estas.
En cuanto al impacto que les generó la epidemia de Covid-19, comentaron que estaban más desprotegidas en el confinamiento, ya que tenían que trabajar de noche, lo que elevaba el riesgo de ser violentadas.
Además, para solventar los gastos de sus hogares tuvieron que vender aparatos electrónicos o electrodomésticos.
Recordaron que en ocasiones se quedaron sin comer y que si lo hacían era porque algunos clientes les regalaban alimentos. Exhibieron que las despensas que les ofreció el ayuntamiento, nunca les llegaron.
Finalmente comentaron que es difícil dejar el oficio en el que llevan hasta 20 años, sobre todo porque varias son analfabetas y no logran encontrar otro trabajo.