El PAN en Puebla está atrapado en una crisis muy profunda, que lo ha llevado a pasos vertiginosos a claudicar de su institucionalidad para volverse una caja de resonancia y operación de los intereses particulares del gobernador Rafael Moreno Valle Rosas.
Es esa la razón de que este instituto político haya perdido absolutamente la posición crítica que le distinguía hasta hace apenas unos años y renuncie a señalar los graves rezagos y problemas nodales que padece la entidad.
Así ya no se puede esperar, por ejemplo, que en Acción Nacional se celebren asambleas democráticas para elegir a sus candidatos a puestos de elección popular, ni que presente una plataforma acorde con los deseos y anhelos de la sociedad a la que aspira a representar, sino, incluso, que asuma posturas que van en contra de su corpus doctrinario.
El PAN ha sido reducido a una simple franquicia electoral en la que personas ajena a cualquier tipo de militancia, como José Antonio Gali Fayad, se conviertan en postulantes a cargos de alta envergadura, como la presidencia municipal de la capital, y una vez obtenido el puesto se rehúsen públicamente a la afiliación.
Por ese motivo cobran importancia las declaraciones y definiciones que a través de esta casa editorial ha hecho Francisco Fraile García, uno de los pilares del partido albiazul, quien hace una descripción del estado de deterioro que ha alcanzado el panismo en la localidad.
Las advertencias de Fraile sobre la necesidad de instituciones partidistas fuertes y de grupos intermedios robustos son pertinentes ante el estilo autoritario de Moreno Valle.