Sábado, abril 27, 2024

Pese al sismo, 116 engrillados participaron en la procesión del viernes santo en Atlixco

Destacamos

La procesión de los engrillados de Atlixco comenzó casi simultáneamente al momento del sismo de 7 grados en la escala de Richter que ocurrió la mañana del pasado viernes 18 de abril, cuando apenas los 116 hombres que este año participaron en el recorrido descendían del templo de la Tercer Orden.

Apenas unos minutos después de haberse reunido en la iglesia en donde recibieron las últimas instrucciones para participar en la procesión del viernes santo, y tras colocarse las espinas y las pesadas cadenas que rodean su cuerpo, el cerro de San Miguel se cimbró con el movimiento telúrico.

Pese a ello, las filas procesionales siguieron su rumbo, ya que era más importante el motivo que los había reunido ahí: el caminar por las estrechas calles de Atlixco llevando un grueso rosario de cadenas que se complementaba con la corona de espinas y con los pedazos de cactus que los participantes se colocaron en brazos, piernas, espalda, estómago y hombros como penitencia.

Una vez en las filas, los engrillados y sus acompañantes fueron en silencio siguiendo las indicaciones del organizador Jaime Garcés, quien fue cuidando que los penitentes se acomodaran y participaran solemnemente de este acto reconocido a nivel nacional.

A los hombres que participan tan solo se les reconoce por su edad, si son jóvenes, maduros o viejos, ya que su rostro va cubierto con un pedazo de tela negra, la misma que se colocan como lienzo en la cadera.

También se les ubica por los tatuajes –que van del rostro de la guadalupana, a nombres de mujeres, lo mismo que figuras caprichosas y animales–, los cuales se confunden y se ocultan con los pedazos de cactus que les cubren parte de su cuerpo.

Para los engrillados, caminar descalzos por las calles representa un acto de agradecimiento por los favores recibidos durante el año y también, como sucede en la mayoría de los casos, significa un acto de penitencia para purgar los pecados.

Como hace unos 50 años, en la procesión los engrillados se detuvieron en las 14 estaciones del viacrucis. A pesar de su carga y su cansancio, sólo se les permitió mojar sus labios con jugo de limón, ya que “si toman agua, los poros de su piel se les abren y las espinas les penetrarán, les lastimarán más”, como aseguró una mujer de edad.

Luego de más de kilómetro y medio de recorrido, de hacer paradas en cada estación y de acomodarse una y otra vez las cadenas ayudados por sus familiares, la procesión culminó después del mediodía en el templo de San Francisco.

Al finalizar el acto, los penitentes son atendidos por sus familiares, quienes les ayudan a retirarse las espinas, además de las pesadas cadenas.

La tradición, iniciada hace medio siglo por José Muñoz Pedraza, se comenzó a practicar dentro del ex convento franciscano, a puerta cerrada y sólo por algunos cuantos, entre ellos Jaime Garcés, ahora encargado de invitar y preparar a los participantes tanto “espiritual como físicamente” desde el mes de enero.

Según una leyenda local, el primer engrillado de Atlixco data de aproximadamente 102 años y refiere a un señor que era “azotado por el muerto” en la calle 9 Sur, antes calle de las Calaveras, y para que el ánima lo dejara en libertad tuvo que autocastigarse provocándose dolor.

Destaca que varios de los jóvenes participan en la procesión como una forma de pedir que “lleguen con bien a los Estados Unidos”, es decir, para que puedan cruzar la frontera y luego regresar a cumplir el favor participando en la procesión durante tres años más.

Resalta además que este año, pese a la temperatura de unos 30 grados que alcanzó en la villa de Atlixco, se recibieron unos 10 mil visitantes que acudieron a conocer la tradición.

Ultimas

Ultiman a un empresario restaurantero en Momoxpan

En un ataque directo fue asesinado a tiros un empresario del ramo restaurantero, la madrugada de este sábado sobre...
- Anuncios -
- Anuncios -