La voz
Excede a los cuerpos,
al raciocinio,
salta y se adueña
de nuestra imagen.
Somos el desconocido estilo
que urdió nuestro rapsoda ciego
día con día.
Pero revivimos uno
escuchando a nuestro afuera
(si el metal y la estática
carcomen el volumen
y punzan nuestra huella,
no nos borran).
Así y todo,
nuestra voz se vuelve, gira,
cuando nos devuelven enriuecido
como gestos
o en la vibración de los nervios,
lo que escuchan.
Entonces la voz son voces,
existencias en el viento.
Voces tan propias
como ajenas y comunes.
Pero cuando hablo y escribo
sólo para mi solo
entonces soy el devenir
de un caos,
apenas ordenado por las pausas,
esos puntos suspensivos
que, más que certezas,
son mis más sinceras dudas…