Juan tenía 28 años de edad, no era asiduo a las bebidas embriagantes, pero el domingo aceptó tomar aguardiente con su suegro para aguantar la faena en el campo, decisión que les costó la vida a ambos y hoy son dos de los siete fallecidos por consumir bebidas adulteradas en Xochitlán Todos Santos.
Ante tal tragedia el principal distribuidor de esa bebida, que a decir de los pobladores, proviene de la zona de Valsequillo, intentó retirar las botellas de la venta, luego que se supo del deceso de varios consumidores.
La historia de Juan la narra uno de sus familiares, quien se muestra sorprendido por la cantidad de vidas que ya cobró el consumo de aguardiente en este municipio, enclavado en la Mixteca poblana, con a penas 6 mil 049 habitantes.
Juan no era campesino, sino cobrador de muebles, pero ese día fue junto con su suegro a sembrar la tierra. Llevaron un poco de aguardiente de 50 pesos el litro para aguantar la jornada y el sol que en aquella zona del estado quema cual fuego ardiente.
“Se lo tomaron el domingo –10 de mayo–. Pero dilató muy poco. Esa cosa es como un raticida, luego, luego falleció”, acota con aflicción el deudo, quien prefiere mantener su nombre en reserva, al tiempo de recordar que él mismo se retiró del vicio hace unos años.
Lo que sí revela es que al dejar el alcohol era una especie de conciencia del escuadrón de la muerte en su pueblo, a cuyos miembros les advertía que de seguir así tendrían severos problemas de salud, aunque siempre terminaban contestándole con groserías.
Pero nunca pensó que una bebida alcohólica le pudiera causar tan rápido la muerte a un familiar cercano como Juan, quien tras el consumo del aguardiente, al día siguiente, 11 de mayo despertó con diarrea, vómito y dolor de cabeza.
Nadie pensó que estuviera a horas de morir. El joven que dejó una viuda y dos hijos en el desamparo nunca llegaría a un hospital. Simplemente acudió a una consulta médica y regresó a su domicilio apesadumbrado, acota.
El mismo lunes falleció en su domicilio. Su suegro Luis de 50 años incluso acudió al velorio ya con malestares, y un día después este último pereció en circunstancias similares.
El relator hace una pausa porque una preocupación consterna a su familia en medio del dolor por la pérdida, y es que la esposa e hijos de Juan se quedaron sin sustento por lo que piden ayuda al gobierno.
Y exige al presidente municipal, Margarito Bolaños del Rosario, que regule la venta de aguardiente, pues en su opinión la Comuna es corresponsable de estos hechos.
Agrega que el consumo de la bebida adulterada habría cobrado la vida de otras cinco personas, después de lo cual el principal distribuidor del aguardiente, un hombre que viaja desde la zona de Valsequillo en una estaquitas, se acercó recientemente a la población, para retirar el mayor número de botellas posible.
“Pero el daño ya está hecho por mucho que ahora quieran retirar la bebida. Y el ayuntamiento solo se hace pendejo. Podría haber más intoxicados”, advierte para concluir la charla con la expectativa de que alguna autoridad escuche sus reclamos.
Hasta este jueves el número de víctimas por consumir bebidas alcohólicas adulteradas subió de 42 a 51 en al menos siete municipios del estado, en tanto que se reportan 11 personas de gravedad internados en hospitales.