Al menos 10 mil hectáreas de bosque en la Malinche han sido dañadas por la plaga de descortezador, con pérdidas significativas en la especie de pino leiophylla (ocote); además, de esa totalidad, alrededor de mil hectaŕeas quedaron completamente erosionadas, señaló Carlos Gilberto Pacheco Montiel, integrante de Pobladores Unidos Matlalcuéyetl.
En medio de este contexto, las comunidades aledañas mantienen una participación activa, aun cuando “ya pasó lo que vimos” en 2020 y 2021, en los que se registró la afectación “más fuerte”, puntualizó.
Afirmó que, a través de la organización, en esos años las poblaciones impulsaron los trabajos de saneamiento de las áreas impactadas por este escarabajo, pues cuando el gobierno retomó el problema ya se encontraba avanzado, pero “aún continúa activo” debido al estrés hídrico, al debilitamiento de los árboles “y porque se siguen haciendo algunas talas clandestinas”.
🌲🏔️El árbol de la especie “pinus leiophylla” ha sido la más afectada por la #plaga de descortezador en la Malinche, señala Carlos Gilberto Pacheco Montiel, integrante de Pobladores Unidos Matlalcuéyetl pic.twitter.com/16AK50Vf5A
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Hasta el momento -subrayó- no se ha realizado un monitoreo en campo, solamente se ha efectuado de manera satelital, por lo que no se puede obtener la misma precisión.
Un recorrido de manera directa permitiría identificar a los árboles que se encuentran débiles, así como aquellos donde comienza a presentarse algún problema, a fin de atenderlos de manera oportuna, anotó.
“Se ha dicho que hay muchísima inversión (gubernamental) para atacar a esta plaga, pero tendría que compararse lo que se hizo desde las instituciones con los resultados que se obtuvieron, porque -indicó- no solo se trata de proteger a los árboles; lo que queda es una superficie muy pequeña de lo que fue la montaña, es decir, lo que se perdió con el descortezador ya se perdió”.
Pese a que el gobierno ha informado que se han invertido cantidades millonarias en la atención a esta problemática, “no se ha reducido la pérdida del bosque, tampoco se están haciendo acciones para la reforestación ni la restauración ni la prevención de incendios”.
Por ello, consideró que parte de ese dinero debió haberse destinado a capacitación de las brigadas comunitarias que combaten el fuego, a equiparlas para que tengan una intervención mayor y oportuna, pues hasta ahora las que más se involucran en estas labores son las de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), ya que el resto participa solo en incidentes pequeños.
Ante este tipo de situaciones, reconoció que todavía no hay una coordinación e integración entre las comunidades y las dependencias. “Actualmente -acentuó-, sigue latente la presencia del escarabajo, pues hay bastantes brotes”.
Desde el inicio de la plaga -enfatizó- las comunidades se organizaron y capacitaron a sus comités porque había un saqueo desmedido de madera, “no se puede decir que todos los pueblos son santos, que lo hicieron bien o mal, pero mucho de lo realizado contra la plaga fue promovido por las poblaciones, pues se habían cortado árboles sanos con el pretexto del saneamiento, fueron bastantes hectáreas”.
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En pandemia del Covid-19, el acceso a la montaña estuvo cerrado oficialmente, según así se dijo -añadió-, pero aún así hubo quienes ingresaron a derribar árboles, “y eso se puede observar a través de las imágenes satelitales de 2021 y 2022, en las que se ve claramente cómo avanzaron las áreas deforestadas”.
Recalcó que se estima que cerca de 10 mil hectáreas se han perjudicado, en las cuales sobrevivió vegetación arbustiva, de ahí que a simple vista el panorama “no es tan dramático, pero si recorremos y contamos los tocones o los troncos secos, “sí es bastante el daño”.
“Se perdió bosque pero volvió la vegetación secundaria; o sea, ahora viene la restauración o algunos trabajos de reforestación, pero necesitamos identificar cuáles son las que ya se perdieron definitivamente, tal vez de esas 10 mil, unas mil se quedaron descubiertas y se erosionaron completamente, hubo cambio de suelo, se convirtieron en terrenos agrícolas. Hace falta un análisis”, insistió.
Los árboles que más se afectaron son los de la especie “pinus leiophylla” por ser los que se localizan en un rango altitudinal de dos mil 700 metros sobre el nivel del mar, condición que los hace más susceptibles o débiles frente al descortezador
“y -remarcó- son los que ya se acabaron, si los buscamos ahorita en La Malinche ya son muy pocos”.
Por eso -refirió-, se ha manejado la versión de que el descortezador “ya se controló, porque ya no hay árboles, por decirlo así, muerto el perro se acabó la rabia, ya no hay pinos”.
En contraste, el pino de la especie montezumae ha mostrado mayor resistencia, ya que se encuentra por arriba de los dos mil 700 metros sobre el nivel del mar, por lo que a esa altura el escarabajo “ya no afecta tanto” como en la parte inferior, donde el bosque es más denso, explicó.
El activista ambientalista anotó que las zonas boscosas de Tlaxcala continúan en riesgo alto y muy alto por la presencia de esta plaga porque se han registrado temperaturas elevadas y por la constante sequía, “eso -remarcó- mantiene activo al insecto”.
Precisó que el cortar un árbol no significa saneamiento ni recuperación, por el contrario, representa “una pérdida, es terminar de matarlo”, por lo que las comunidades han aplicado otras alternativas, como las inyecciones y el manejo de trampas, a fin de monitorear y reducir la población de descortezadores.
En las poblaciones aledañas a la Malinche al árbol “no se le ve como algo que está ahí, que estorba, o solo como metros de madera, sino como 80 o más años de servicio al brindar sombra y agua, incluso, representa la historia del abuelito con el que se iban a juntar hongos, es algo que tiene valor sentimental o cultural”, realzó.
Conservar y proteger a los bosques es importante, porque también comparten el canto de las aves, el resguardo de animalitos, la dotación de madera y de hongos o una experiencia de campo con la familia, expresó.
Convocó a la sociedad a hacer conciencia de la situación ambiental y a no quedarse únicamente preocupada por el cambio climático, “de que está muy fuerte el calor y que nos está faltando mucho el agua”, sino pasar a la acción.
“A ser corresponsables con el medio ambiente, no nada más con las plantas, porque necesitamos de todos, de la fauna, de todo ser vivo, nosotros también estamos unidos a ellos y lo estaremos sufriendo”, dijo.
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